POLÍTICA
En un período donde la oposición ha sido prácticamente inexistente, el Frente Amplio (FA) se ha convertido en la única fuerza política que ha enfrentado de manera constante al gobierno de Rodrigo Chaves. Con una bancada de diputados combativos, liderados por Sofía Guillén y Ariel Robles, junto a figuras como Jonathan Acuña, Antonio Ortega, Rocío Alfaro, Priscilla Vindas y Jorge Dengo, el partido ha protagonizado duros debates en la Asamblea Legislativa y ha sido la voz más visible contra las políticas del Ejecutivo.
Sin embargo, a pesar de su papel activo en la arena política y del respaldo que han logrado en sectores progresistas y sindicales, el Frente Amplio no ha conseguido transformar esta presencia en un crecimiento electoral significativo. Las encuestas recientes muestran que, si bien el partido goza de simpatía y reconocimiento, este sentimiento no se traduce en una intención de voto sólida.
El estigma del comunismo y la derechización del electorado
Uno de los principales obstáculos que enfrenta el FA es el persistente estigma del comunismo, una etiqueta que, a pesar de los esfuerzos del partido por distanciarse de esa percepción, sigue pesando en una parte importante del electorado costarricense. En un contexto donde el país ha virado hacia la derecha, con una creciente afinidad por discursos autoritarios y de mano dura, el Frente Amplio se enfrenta a un panorama electoral adverso.
El auge de Rodrigo Chaves y su discurso populista, así como el fortalecimiento de narrativas conservadoras, han dejado al FA en una posición incómoda: mientras el gobierno y sus aliados utilizan estrategias de polarización para movilizar el voto, el Frente Amplio no ha logrado generar una propuesta electoral atractiva para un electorado cada vez más alejado de la izquierda tradicional.
¿Qué le espera al Frente Amplio en 2026?
Con este panorama, la gran incógnita es qué camino tomará el Frente Amplio en las elecciones de 2026. ¿Optará por negociar con otras fuerzas políticas y construir alianzas electorales que le permitan aumentar su impacto? ¿O preferirá mantener su independencia ideológica, corriendo el riesgo de seguir siendo un partido con influencia legislativa, pero sin peso real en la lucha por el poder ejecutivo?
El desafío es enorme. El Frente Amplio deberá decidir si su papel en el escenario político costarricense se limitará a ser un partido de oposición con una voz fuerte en la Asamblea Legislativa, o si se arriesgará a construir una estrategia que lo proyecte como una alternativa real de gobierno.
Con una ciudadanía cada vez más fragmentada y volátil en sus decisiones electorales, 2026 será un punto de inflexión para el Frente Amplio: o logra consolidarse como una fuerza electoral capaz de disputar el poder, o se resigna a ser un espectador de los cambios políticos, viendo desde una curul cómo otras fuerzas definen el rumbo del país.