POLÍTICA
Los partidos tradicionales de Costa Rica –Liberación Nacional, la Unidad, Acción Ciudadana, Frente Amplio y, quizás, Nueva República y el Liberal Progresista– siguen aferrados a prácticas desfasadas y corruptas. Parece que no logran aprender de los errores del pasado, perpetuando el oscurantismo, las artimañas, las negociaciones bajo la mesa, y los cacicazgos que consolidan reinados intocables.
Estas actitudes no solo erosionan la credibilidad de los partidos políticos, sino que también aumentan el desencanto y la frustración de la ciudadanía. Costa Rica vive una realidad en la que los votantes, cansados de este estatus quo, reaccionan desde la emoción y el hartazgo, más que desde un análisis racional de las problemáticas que enfrenta el país.
El caso más reciente que ilustra este problema es el de Liberación Nacional (PLN), donde, según denuncias de sus propios militantes, el partido parece estar secuestrado por una cúpula que prioriza intereses personales y ambiciones de poder. Esta élite no solo se niega a abandonar sus puestos directivos, sino que además interviene en los procesos internos y en la aplicación de las normativas partidarias para favorecer a un precandidato que no cumple con los requisitos estatutarios para postularse.
Este favoritismo descarado no solo representa una burla a los estatutos que rigen al partido, sino también una falta de respeto a los demás precandidatos que sí cumplen con las normas establecidas. La cúpula del PLN parece empeñada en “tapar el sol con un dedo”, ignorando deliberadamente las disposiciones que han estado vigentes durante años.
Ahora, toda la atención se centra en el Tribunal de Elecciones Internas del PLN. La gran pregunta es si este órgano tendrá la valentía de enfrentarse a la cúpula que lo nombró, y de imponer el orden conforme a las disposiciones estatutarias.
El futuro del PLN y, en cierto modo, la credibilidad de la política costarricense, dependen de decisiones como estas. ¿Permitirá el Tribunal que las prácticas corruptas sigan debilitando al partido, o marcará un precedente que inspire un cambio hacia la transparencia y la integridad?
Es hora de que los partidos tradicionales, especialmente el PLN, demuestren que son capaces de romper con las cadenas de la corrupción y el oportunismo, y comiencen a trabajar por el bien común y no por los intereses de unos pocos.