Nuria Guevara Campos, Artista Plástica
En las últimas décadas, la participación femenina en la economía global ha experimentado un crecimiento notable, transformando tanto el mercado laboral como el panorama empresarial. Sin embargo, a pesar de estos avances, persisten desafíos significativos que deben ser abordados para lograr una verdadera igualdad.
En esa coyuntura, la mujer es quien asume distintos roles dentro del hogar, como jefa de familia, administradora, educadora, la encargada de atender las necesidades de la casa, y, además, liderar una empresa con el único propósito de conseguir el sustento, siendo así la que menos gana en la mayoría de los casos.
Continuado con la línea anterior, en Costa Rica, de acuerdo con la Encuesta Continua de Empleo al primer trimestre (INEC, 2024), señala que la masa laboral femenina correspondió a 913 mil personas, lo que representa un 43.7%. Para los hombres, la fuerza de trabajo fue 1,43 millones de personas y la tasa de participación se estimó en 68,1 %. Esta información refleja una notable brecha en la integración al mercado laboral entre ambos géneros. Si bien las mujeres constituyen una porción sustancial de los trabajadores, su nivel de participación es destacadamente inferior al de sus contrapartes masculinas. Este contraste puede atribuirse a los elementos citados anteriormente, como las responsabilidades domésticas y de cuido que tradicionalmente han recaído sobre en la población femenina, lo cual restringe sus oportunidades de desempeñarse en empleos remunerados.
Por otra parte, la calidad del empleo también varía entre géneros. De acuerdo con la publicación titulada “En América Latina y el Caribe hay empleo, pero es urgente aumentar su calidad” (BID, 2023), existen importantes brechas en los mercados laborales de la región. Las mujeres de América Latina tienen empleos de peor calidad que los hombres, con una brecha de 16 puntos en el Índice de Mejores Trabajos. Además, los países con puntajes elevados en el índice global presentan las mayores brechas en estos grupos vulnerables. Costa Rica, por ejemplo, que ocupa el tercer lugar en el ranking de la última edición del Índice de Mejores Trabajos, presenta una de las mayores brechas de género y la menor brecha entre adultos y jóvenes en la región.
Análogamente, se destacan dos puntos importantes de la publicación del BID (2024). El primer argumento señala que “En una región en la que el 70% de las personas dependen exclusivamente de su trabajo para vivir y mantener a sus familias, la calidad del empleo tiene que aumentar rápido”. Además, como segundo argumento, en concordancia con Laura Ripani (jefa de la División de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID), añade que “Eso significa generar y conectar a más personas con más empleos formales que les permitan ahorrar para el retiro y tener coberturas de seguridad social frente a riesgos”. Por tanto, queda en evidencia que es fundamental implementar políticas que promuevan la igualdad de género en el mercado laboral y mejorar la calidad del empleo para todos. Solo así se podrá garantizar un desarrollo económico y social más equitativo y sostenible.
Otro tema a destacar en el análisis del presente texto corresponde al emprendimiento femenino. Es sabido que América Latina y el Caribe, consiste en la región más emprendedora del mundo, el 33% de las mujeres tiene la intención de iniciar un negocio, y el 21% ya está involucrado en la creación de empresas (Forbes Colombia, 2024). Es así que el desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe puede beneficiarse enormemente del emprendimiento de las mujeres. Para ello, se debe de maximizar este potencial y crear un futuro más justo y próspero en la región, por tanto se configura fundamental brindar apoyo a las emprendedoras y disminuir los obstáculos que limitan la participación de la población femenina.
En continuidad con la línea argumental del emprendimiento femenino, en el informe del Global Entrepreneurship Monitor, citado en la Revista Milenium (2024), se destaca que en Costa Rica el 16.4% de las mujeres participan en la creación o manejo de negocios, en contraste con el 19.4% de los hombres. Esta brecha es una muestra de los obstáculos que las mujeres aún enfrentan en el ámbito empresarial, incluyendo las responsabilidades familiares que restringen su tiempo y recursos para emprender. Las emprendedoras costarricenses se enfrentan a varios retos, como el acceso limitado a financiamiento y redes de apoyo, lo que complica el inicio y expansión de sus negocios. Adicionalmente, las tareas domésticas y de cuidado familiar recaen mayormente sobre ellas, reduciendo su disponibilidad para dedicarse a sus proyectos empresariales. Sin embargo, con las acciones adecuadas es posible disminuir los principales obstáculos de esta situación, para ello esencial implementar políticas y programas que respalden a las emprendedoras. Esto puede incluir la creación de fondos de inversión específicos, capacitación en habilidades empresariales y financieras, y el fomento de redes de apoyo.
Ahora bien, estos datos requieren un apreciación a profundidad. La Sra. Sofía Naranjo, líder comunal del cantón de Alajuelita en San José, Costa Rica, extrae de la lectura del documento “Igualdad de Género, Patrimonio y Creatividad” de la UNESCO (2015) el siguiente pensamiento:
“Las mujeres, con su talento de invención, su iniciativa y creatividad, enfrentan los desafíos cotidianos; por lo tanto, son pilares fundamentales para el desarrollo de la comunidad.”
Esta reflexión resalta la importancia del papel de las mujeres en el desarrollo comunitario. Su capacidad para innovar y su creatividad no solo les permite superar obstáculos diarios, sino que también contribuye significativamente al progreso social y económico de sus comunidades.
Aunado a lo anterior, la Licda. Leticia Martínez Ochoa, socióloga y cooperativista, indica que “una mujer que tiene economía puede tomar decisiones oportunas, impactando a la mujer desde cualquier parte, sea su hogar o una oficina”. Opinión que destaca la importancia de la independencia económica para las mujeres. La independencia económica también les permite participar más activamente en la vida pública y empresarial, promoviendo una mayor igualdad de género. Por tanto, el talento, la iniciativa y la creatividad de las mujeres son esenciales para el desarrollo comunitario. Para alcanzar está visión se deben de brindar las herramientas necesarias para sea posible la independencia económica, así como se incremente la participación activa en todos los ámbitos de la vida, lo que permitirá construir una sociedad más equitativa y próspera.
Para continuar con el análisis, en el informe 2021 del Banco Mundial, se señala la desigualdad de las mujeres a través de la exclusión de la banca formal. Esta exclusión se debe a la falta de formas oficiales de identificación, el acceso limitado a dispositivos móviles y las normas y estructuras tanto informales como formales que restringen su capacidad financiera. Reducir estas brechas requiere un diseño centrado en la mujer que aborde los problemas reales de las usuarias y las conecte con los productos financieros adecuados.
En relación con lo indicado en el párrafo anterior, el premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, ha manifestado en diversas ocasiones que “educar a las niñas es esencial para romper el ciclo de la pobreza y empoderar a las mujeres”. La educación de las niñas no solo les proporciona las habilidades necesarias para participar en la economía, sino que también les permite tomar decisiones informadas sobre su vida y su futuro. Esto, a su vez, tiene un efecto multiplicador en sus comunidades, ya que las mujeres educadas tienden a invertir más en la salud y la educación de sus familias. Por consiguiente, abordar la desigualdad en el acceso a la banca formal y promover la educación de las niñas corresponden a los pasos fundamentales para empoderar a las mujeres y mejorar las condiciones socioeconómicas en los países.
Teniendo en cuenta esto, es notorio lo imperativo para mejorar las condiciones que propicien la formación. Esto permitiría desarrollar y formalizar más empresas, impulsándolas a empoderarse como personas, empresarias, ciudadanas y líderes que son en nuestra sociedad. De igual modo, es importante fomentar la asociación, debido a que desde la colectividad, como por ejemplo una cooperativa, se mejoran las posibilidades de lograr objetivos comunes y el desarrollo tan esperado.
El avance de la mujer en el trabajo es bueno para todos. De acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial sugieren que la economía global podría experimentar un incremento del 20% en su producto interno bruto si se lograra eliminar las disparidades de género en áreas como el empleo y el emprendimiento (World Economic Forum, 2024). Es por ello que esta proyección permite resaltar que el progreso de las mujeres en el ámbito laboral no se traduce en un solo beneficio individual, sino que produce un impacto positivo en la sociedad y en la economía en conjunto.
En esta línea, no se omite destacar el modelo de economía creativa. El cual, mediante la asociatividad cooperativa, es una de las mejores herramientas para el desarrollo cultural, económico y social. Este enfoque se alinea de manera integral con los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas, abarcando diversos sectores. Como resultado, se constituye como un método idóneo para salvaguardar derechos y, a la vez, fomentar la creación de riqueza en la sociedad.
En conclusión, para finalizar con este análisis, las oportunidades existen si se proporcionan formación y educación adecuadas, así como facilidades de acceso a recursos financieros para que las mujeres puedan lograr sus sueños de emprender un negocio. Para ello, es fundamental analizar y comprender cuáles son las necesidades de las mujeres, cómo piensan, cómo ven el mundo y cuáles son sus principales preocupaciones. Por eso, se deben diseñar productos financieros hechos a la medida que cumplan con estos objetivos.
Además, en la industria creativa se proyectan enormes posibilidades de desarrollo. Su materia prima es la innovación y la creatividad, el desarrollo humano y la educación. Asimismo, unir fuerzas y posicionarse mediante la asociatividad cooperativa generará mayores oportunidades para generar y distribuir riqueza.
Finalmente, cierro este texto invitando a la integración del análisis y señalando de que queda en evidencia que el empoderamiento de la mujer en la economía es una necesidad para el bien de la colectividad.