La soledad, el sedentarismo y los problemas de salud mental pueden combatirse de muchas maneras, también desde la arquitectura. En el último congreso internacional sobre arquitectura y salud, 170 personas de más de veinte países debatieron sobre cómo el diseño de espacios y edificios puede mejorar el bienestar social y la calidad de vida.
A los pioneros de esta visión los encontramos en Finlandia. En 1933, los arquitectos Aino y Alvar Aalto construyeron el Sanatorio de Paimio, un hospital diseñado para tratar la tuberculosis. Aún hoy, al entrar en este edificio se siente la empatía de la arquitectura que protege al paciente a través del exquisito cuidado en el tacto, el color, la luz natural y el diseño del mobiliario.
El prestigio internacional que alcanzó la pareja de arquitectos les permitió intervenir en la reconstrucción urgente de un joven país que había perdido la mayoría de sus edificios después de la Segunda Guerra Mundial.
Su arquitectura de reconstrucción se caracterizaba por un fuerte sentido de servicio público para generar un nuevo estado del bienestar a través de la construcción de bibliotecas y universidades. Esta loable aspiración, junto con la calidad excepcional de todas sus obras, convirtió la arquitectura finlandesa en un motor de desarrollo y prestigio internacional, muy vinculada con las empresas y procesos industriales de fabricación, generando una sinergia de gran impacto social.
Por eso, tiene todo el sentido que fuera Finlandia, concretamente la Universidad Aalto, quien acogiera la sexta edición del Congreso Internacional sobre Arquitectura, Investigación, Cuidados y Salud el pasado mes de junio.
El usuario promedio no existe
En la conferencia inaugural, Jutta Treviranus, directora del Centro de Investigación en Diseño Inclusivo de Canadá, habló sobre las ventajas del diseño inclusivo, una forma de diseñar que considera todas las diferencias humanas.
En vez de diseñar para un usuario promedio, que en realidad no representa a nadie, Jutta propone talleres de codiseño con personas de diversas culturas, cuerpos, lenguas, enfermedades y edades. Este planteamiento permite dar voz a personas que a menudo encuentran dificultades para usar los edificios y que pueden ayudar a crear diseños que funcionen mejor, requieran menos adaptaciones futuras y tengan en cuenta distintas perspectivas que contribuyan a un mejor mantenimiento y optimización de la inversión.
Como dijo Mahatma Gandhi, “el valor de una sociedad se mide por cómo cuida a sus miembros vulnerables”. ¿Y qué lugares reúnen a más personas vulnerables? Parece evidente que los hospitales, centros sanitarios y residencias. Pero si la vivienda privada es el lugar deseado por cualquier persona para desarrollar su vida con plenitud, las estrategias de cuidados deberán abordar cómo llegar a ofrecer todos los servicios y cuidados en sus propios domicilios.
Hasta las puertas importan en un hospital
El Hospital Erasmus MC, en los Países Bajos, afrontó no hace mucho un reto que, así a simple vista, puede sorprender: el diseño de sus puertas. Una manivela que se pueda abrir con el codo si el enfermero va cargado o una pequeña ventana para poder ver al paciente desde fuera. En su estudio, analizaron todo tipo de documentos y hablaron con pacientes, familiares y personal del hospital para diseñar unas puertas que equilibraran sus necesidades de privacidad, visibilidad y seguridad.
Lo que parece indiscutible es que podemos aprender mucho del diseño basado en evidencias, es decir, conectando la investigación académica con la práctica profesional para facilitar la construcción de nuevos hospitales. Según una reciente revisión, el tamaño de la habitación del paciente, las vistas al exterior, la iluminación natural, el arte o los materiales de acabado en paredes y techo pueden estar relacionados con resultados como la seguridad de los cuidados, el bienestar emocional y el nivel de actividad.
Un ejemplo interesante es el Hospital Universitario de Oslo, en Noruega. Este hospital tiene un pequeño edificio de madera anexo donde las niñas y niños ingresados pueden alejarse del ambiente hospitalario. Este espacio permite que desconecten de la realidad del hospital, allí sienten emociones y tienen comportamientos diferentes a los que mantienen habitualmente en una zona de juegos dentro del hospital.
Residencias para una mejor convivencia
En Helsinki existe un antiguo hospital que ha sido recientemente transformado en residencia para personas mayores por Sivén & Takala. Esta residencia tiene 136 plazas, organizadas en unidades de convivencia.
El edificio incluye viviendas con servicios, un centro de día y una zona para trabajadores a domicilio. Las zonas comunes de cada unidad de convivencia tienen comedor con cocina, una sala de estar y, por supuesto, una sauna adaptada para poder ser utilizada por personas con menor movilidad.
También en Helsinki se encuentra el edificio multifuncional de Tuusula, un proyecto inaugurado en 2020, desarrollado por Norlandia Care y diseñado por el equipo de arquitectura UKI. Este bloque comunitario incluye viviendas para mayores, residencia para personas mayores con alto grado de dependencia, servicios de enfermería, una guardería infantil y una guardería canina, todo ello diseñado con distintas alturas y volumetrías, y utilizando la madera como material principal para brindar calidez y dar una atmósfera hogareña a los espacios.
La distribución de todo este complejo es en anillo, de forma que en la parte central existe un espacio abierto con distintos equipamientos y actividades para fomentar la convivencia y la interacción diaria entre todas las personas que utilizan el edificio.
Demotectura o la revolución a domicilio
Otros interesantes ejemplos de cómo mejorar la vida de las personas con la arquitectura los encontramos en Dinamarca, donde han abordado el bienestar social desde dos frentes. Por un lado, han centralizado los hospitales en un programa de reforma del sistema sanitario y, por otro, han acercado los servicios sociosanitarios a las comunidades con planes urbanos estratégicos. Esto ayuda a reducir las desigualdades en salud sobre todo en áreas vulnerables.
El arquitecto Morten Rask Gregersen, cofundador de NORD Architects, tiene un plan para regenerar un barrio de viviendas sociales en Dinamarca en un plazo de veinte años. Este plan incluye la incorporación de pequeños centros sanitarios comunitarios, nuevos desarrollos de vivienda, zonas verdes, rutas de paseo y espacios de reunión. El objetivo es fomentar las redes vecinales y mejorar la calidad de vida de los residentes.
Este enfoque innovador no solo modifica el espacio físico del vecindario, sino que también implica cambios en leyes y regulaciones para que el sector sanitario, social y de vivienda colaboren a nivel nacional.
Abriendo caminos colaborativos
Los nuevos cambios tecnológicos y las innovaciones que aparecen en el sector sociosanitario contribuyen a imaginar nuevas formas de ofrecer servicios y apoyos. Sin embargo, la forma de imaginar nuestros espacios, barrios y ciudades tiene gran relevancia para que los cuidados estén integrados en el diseño y en la planificación urbana.
En este sentido es imprescindible la colaboración multisectorial: traspasar fronteras entre distintos sectores para desarrollar programas estratégicos que incluyan los cuidados, junto con la calidad de la arquitectura y la inversión en edificios más sostenibles. Unido a procesos de diseño más horizontales y abiertos, que incorporan en la reflexión a colectivos minoritarios, no cabe duda de que avanzaremos hacia construir espacios de calidad que promuevan la salud y el bienestar.
Laura Cambra Rufino ha recibido financiación pública en su etapa predoctoral (contrato FPU) y postdoctoral (contrato Margarita Salas).
Elisa Pozo Menéndez es investigadora en Matia Instituto y cofundadora de mita atelier.