¿Le gustaría vivir en una urbe capaz de de prevenir la demencia porque los sanitarios que atienden a la población están especialmente sensibilizados con el tema y se les ha instruido en el manejo de pruebas cognitivas breves? Es lo que se define como una ciudad neuroprotegida.
Siguiendo estas directrices, en el año 2019 declaramos a Moncada la primera ciudad neuroprotegida de España. Y fue posible porque el personal de las siete farmacias comunitarias de esta población y los médicos del centro de salud recibieron formación para la detección precoz de deterioro cognitivo. Esta acción disminuyó el tiempo de diagnóstico desde que un paciente presenta queja subjetiva de memoria hasta que le diagnostican una demencia. Una mejora clave teniendo en cuenta que la precocidad en el diagnóstico es crucial para la instauración de un tratamiento efectivo que pueda ralentizar el avance de la enfermedad.
De hecho, otra pata clave en las ciudades neuroprotegidas consiste, precisamente, en instruir a los ciudadanos en el conocimiento de los factores de riesgo modificables y en el beneficio de la intervención precoz. Así se cubren todos los eslabones.
Recientemente, el proyecto ha dado un salto sustancial y se ha ampliado como “Valencia, ciudad neuroprotegida”. En este caso, al ser una urbe más grande, para que sea posible la detección precoz del deterioro cognitivo desde las farmacias comunitarias es preciso emplear un árbol de decisión creado por inteligencia artificial.
¿Qué son las pruebas cognitivas breves?
Para detectar un posible deterioro cognitivo no hace falta una batería de pruebas: basta con las tres que utilizamos en nuestras investigaciones. A saber:
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La prueba Memory Impairment Screen, que nos permite evaluar el aprendizaje verbal mediante la lectura y el posterior recuerdo libre facilitado de cuatro palabras.
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El test Short Portable Mental State Questionnaire de Pfeiffer, validado también para población iletrada, que se caracteriza por su sencillez y amplio uso en atención primaria.
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El test de Fluidez Verbal Semántica, muy sensible y específico, que permite diferenciar con bastante precisión entre personas con y sin demencia.
Amigabilidad y edadismo
Claro que para ganarse la distinción de ciudad neuroprotegida no basta con pasar unos test de cribado a la población. También es imprescindible ser consciente del significado de dos conceptos clave: amigabilidad y edadismo.
En una comunidad amigable con las personas mayores se fomenta una cultura de participación compartida por personas de todas las edades y capacidades.
Esto se relaciona directamente con el concepto edadismo, que se presenta en la actualidad como un planteamiento de división de edades asociada a los roles sociales: juventud y aprendizaje, adulto vinculado a trabajo y vejez asociada a jubilación. Una forma de mitigar esa visión distorsionada de la persona jubilada, ya sea por edad o por algún tipo de incapacidad, tiene que ver con la participación del mayor en todos los ámbitos de la vida social, familiar e institucional.
¿Cómo lograr un entorno amigable con las personas mayores?
Una ciudad amigable con las personas de mayor edad reconoce la gran diversidad, promueve su inclusión y contribución en todos los ámbitos de la vida comunitaria, respeta sus decisiones y estilos de vida, anticipa y responde con flexibilidad a las necesidades y preferencias relacionadas con el envejecimiento. El enfoque multisectorial y el trabajo en red son característicos del proceso.
La implementación de procesos de amigabilidad y la creación de entornos amigables para las personas mayores requiere la colaboración de múltiples sectores y la participación activa de diversos actores, desde administraciones públicas a organizaciones no gubernamentales, comunidades locales y los propios ciudadanos mayores.
La OMS ofrece unos estándares útiles en el Protocolo de Vancouver, donde entre otras cosas se recoge el número flexible de grupos focales y representativos necesarios para la implementación de amigabilidad.
La participación de las personas mayores debe procurarse en todo el proceso, tanto en el diagnóstico como en la elaboración del plan de acción y su seguimiento.
Este artículo se ha realizado en colaboración con Mª Angeles Rodriguez, docente jubilada, autora del libro “No me dejes solo” donde relata su experiencia como cuidadora de su marido, Felix, afectado por la Enfermedad de Alzheimer
Lucrecia Moreno Royo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.