Desde 2003, la Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias reconoce al dietista-nutricionista como profesional sanitario. Sin embargo, su presencia en los hospitales españoles es escasa en la mayoría de las comunidades autónomas.
Expertos relegados a un papel secundario
Todos sabemos que lo que comemos y la manera en que vivimos son clave para prevenir y tratar enfermedades como la obesidad, la presión alta y la diabetes. Pero los expertos en nutrición, los dietistas-nutricionistas, aún no forman parte del equipo de profesionales de la salud encargados de los tratamientos de estas dolencias.
De hecho, en la mayoría de centros hospitalarios de España son los médicos, enfermeros o farmacéuticos quienes se encargan de confeccionar las dietas de los pacientes, relegando a los nutricionistas a un papel secundario.
Es algo que además también vemos frecuentemente en las redes sociales, donde influencers con miles o millones de seguidores dan abiertamente consejos sobre nutrición y alimentación. Aunque no sean expertos en salud, comparten lo que comen diariamente, sus recetas, sus entrenamientos o, incluso, consejos para “perder peso” en poco tiempo.
Pero hay que tener mucho cuidado, porque lo que funciona para ellos podría no ser adecuado para el resto. Por eso, es fundamental que estos consejos sean personalizados y vengan de un dietista-nutricionista, que sabe cómo ajustar una dieta para que se adapte exactamente a lo que cada persona necesita.
Enfermedades digestivas al alza
Lo más curioso es que las enfermedades digestivas, como la gastritis o el intestino irritable, siguen creciendo en la población sin que por ello los dietistas-nutricionistas suelan formar parte del equipo médico que se encarga de los tratamientos. Esto puede llegar a ser muy frustrante para los estudiantes de nutrición de las universidades españolas, ya que muchos piensan que solo podrán trabajar en consultas privadas. Y, además, casi siempre atenderán a pacientes que solo quieren adelgazar.
Sin embargo, los nutricionistas están entrenados para mucho más que eso, como contribuir al tratamiento de enfermedades cardiovasculares, participar en equipos de investigación en nutrición y salud o, incluso, trabajar el estado de ánimo y la energía.
Por otro lado, la desnutrición y la sarcopenia (pérdida de masa muscular) son problemas graves y crecientes en personas hospitalizadas. Los pacientes de larga estancia a menudo pierden el apetito, sufren desórdenes metabólicos o psicológicos o experimentan efectos secundarios que afectan su alimentación. Estos problemas reducen su calidad de vida, aumentan la mortalidad y los costos de salud. Detectarlos y tratarlos sería una tarea ideal para los dietistas-nutricionistas.
Cuáles son sus competencias
En 2003, un grupo de profesionales de universidades como la Alfonso X El Sabio, en Madrid, y la de Alicante, junto con la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, definieron las competencias de los graduados en Nutrición Humana y Dietética. Este consenso detalla las funciones del dietista-nutricionista en hospitales, consultas externas y atención primaria. Algunas de estas competencias incluyen:
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Evaluar el estado nutricional del paciente para diseñar un plan de intervención y seguimiento según su condición y enfermedades.
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Comunicar al personal médico las características de la dieta y compartir información sobre el paciente, como su actitud y diagnóstico.
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Asistir a las visitas médicas para aconsejar sobre cambios en la dieta según la evolución del paciente.
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Participar en terapias de grupo.
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Diseñar programas de educación alimentaria y nutricional.
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Colaborar en el soporte nutricional en el hogar cuando sea necesario.
Alimentarse mal quita años de vida
Es importante destacar que, según un informe global de 2015, los “riesgos dietéticos por factores de la alimentación” fueron los que más contribuyeron a la pérdida de años de vida debido a enfermedades, discapacidades o muerte prematura. De los diez factores de riesgo principales mencionados en el informe, cuatro están relacionados con la nutrición.
Esto demuestra claramente que los dietistas-nutricionistas son esenciales para la prevención y tratamiento de enfermedades. Sin embargo, se necesitan más estudios para confirmar si sale a cuenta económicamente incluirlos en el sistema sanitario español.
La opción a una atención sanitaria de calidad debería ser un derecho al alcance de todos quienes contribuyen a la existencia de servicios públicos. Y esto no debería estar restringido solo a unos pocos ciudadanos que pueden costear un plan dietético privado. Lamentablemente, la ausencia de los dietistas-nutricionistas en el sistema de salud español pone de relieve una oportunidad perdida para mejorar la atención médica y la calidad de vida de los pacientes, a pesar de la capacitación y las competencias de estos profesionales.
Mónica García Sardón, nutricionista y Medical Information Trainee, ha participado en la elaboración de este artículo.
Amanda Cuevas Sierra no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.