Llega el final del curso. Se acabaron los madrugones y los atracones de estudio ante un examen. Se acabó la tensión de recibir las notas, compararlas con otros compañeros y enseñarlas en casa. Con el comienzo de las vacaciones se pone fin a una de las principales fuentes de estrés para chicos y chicas adolescentes.
Pese a que sentir estrés es normal, los niveles de estrés que provoca la escuela han aumentado en los últimos años, convirtiéndose en una preocupación creciente en nuestra sociedad.
Por eso, para intentar identificar algunos factores que pueden estar influyendo en el estrés escolar, desde el proyecto EASE nos hemos preguntado cómo se relacionan el estrés escolar y las quejas psicosomáticas (como dolores de cabeza o de estómago) de estudiantes de secundaria y cuál es el papel del perfeccionismo y las expectativas parentales en esta cuestión.
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¿Qué significa ser perfeccionista?
El perfeccionismo es un concepto multidimensional que se caracteriza por la tendencia a establecer estándares de rendimiento muy altos acompañados de evaluaciones excesivamente críticas del propio comportamiento. Aunque las dimensiones del perfeccionismo han sido clasificadas de distinto modo en la investigación académica, una de las clasificaciones más comunes establece tres dimensiones:
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Perfeccionismo auto-orientado: mostrar estándares personales excesivos y evaluar rigurosamente el comportamiento de uno mismo. Es decir,ser autoexigente en exceso.
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Perfeccionismo orientado a los demás: tener expectativas de perfección para las demás personas, mostrando actitudes críticas con ellas cuando no cumplen con dichas expectativas. Es decir, ser excesivamente exigente con los demás.
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Perfeccionismo socialmente prescrito: percibir que otras personas esperan que uno sea perfecto y pensar que serán jueces duros y punitivos si no lo logra.
Cómo influye la actitud familiar
Las expectativas parentales relacionadas con el ámbito escolar son las creencias o juicios que padres y madres tienen sobre los logros futuros de sus hijos e hijas. Por ejemplo, pensar que su hijo tiene capacidades de sobra para obtener unos resultados excelentes y no se está esforzando suficiente.
Si bien las expectativas familiares pueden ayudar a que los hijos e hijas desarrollen las capacidades necesarias para alcanzar sus objetivos académicos (como cuando confían en ellos y ellas y les animan ante un examen difícil), también pueden derivar en consecuencias negativas, principalmente cuando esas expectativas son poco realistas o priorizan los logros académicos de los hijos e hijas por encima de su salud emocional.
Pues bien, desde el proyecto EASE hemos encontrado que tanto los estudiantes de secundaria con altos niveles de perfeccionismo autoorientado como los que perciben altas expectativas familiares tienen niveles más altos de estrés escolar.
En particular, las expectativas familiares tienen un papel especialmente relevante en el estrés escolar: padres y madres pueden enseñar a sus hijos e hijas que la perfección y el éxito son cruciales para obtener su amor y que, por tanto, el fracaso no es aceptable.
De manera que las expectativas parentales pueden estar contribuyendo de forma más directa al estrés escolar que el perfeccionismo, ya que este último es un rasgo de la personalidad que se desarrolla a partir de dichas expectativas.
El impacto en la salud mental y física
Según nuestra investigación, las quejas psicosomáticas tienen mucho que ver con el estrés académico, con su grado de perfeccionismo y con las expectativas de sus familias. Así, los estudiantes con niveles más altos de estrés escolar se quejan también de más malestar psicosomático. Esta relación aparece igualmente con el perfeccionismo autoorientado y las expectativas parentales.
Contestando entonces a la pregunta del título de este artículo, podemos decir que el perfeccionismo, que supone ponerse estándares personales excesivos y críticos, no es, en absoluto, un aliado en el ámbito escolar, y que en ese nivel de perfeccionismo influyen en gran medida las expectativas familiares poco realistas.
Por eso, en este artículo queremos finalizar ofreciendo una serie de recomendaciones a las familias:
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Evite expectativas académicas excesivamente elevadas, como esperar que sus hijos e hijas obtengan calificaciones escolares muy altas. Se trata de animar a dar lo mejor de uno mismo, en lugar de trasladar expectativas familiares que generen una presión adicional por destacar o sacar los mejores resultados siempre, algo que es un objetivo poco realista.
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Transmítales expectativas positivas, que les animen a esforzarse para alcanzar logros escolares, pero ajustadas a su progreso en cada momento. Por ejemplo, si una materia le resulta complicada, anímele a estudiar a diario trasmitiéndole su confianza en que con ello mejorarán sus resultados, en lugar de insistirle en buscar el sobresaliente
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Preste atención a las posibles preocupaciones de sus hijos e hijas o a su temor a decepcionar a otras personas.
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Favorezca su motivación y autoeficacia con mensajes que les transmitan confianza en que les irá bien o les tranquilicen ante malos resultados.
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Muéstreles apoyo ante cualquier resultado académico, teniendo en cuenta su perspectiva y siendo sensible a sus necesidades y sentimientos.
Como conclusión, es positivo y deseable animar a hijos e hijas a mejorar y esforzarse para obtener buenos resultados escolares, transmitiéndoles su confianza en sus posibilidades. No obstante, conviene poner el énfasis en el progreso y la mejora personal, en lugar de insistir en la necesidad de obtener notas altas o destacar como el mejor o la mejor de la clase. Además de transmitirles que no pasa nada si los resultados no son los esperados alguna vez, resaltando que siempre contarán con su apoyo, con el apoyo de su familia, para lo que necesiten.
La investigación a la que hace referencia este artículo es parte del proyecto PID2019-105463RA-I00, financiado por MICIU/AEI/10.13039/501100011033