Rafael, de 4 años, está en la frutería con su madre, cuando escucha decir “¡Un maracuyá!” al tiempo que mira la fruta que sostiene su madre en la mano, nueva para él. Esa experiencia es suficiente para que Rafael nombre la fruta al verla en casa y la encuentre en la bolsa, mezclada con otras cosas, cuando su madre le pida el maracuyá.
En este ejemplo, el niño vio la fruta y escuchó el nombre. Esta manera natural de aprender lenguaje en una situación cotidiana permite el uso espontáneo (decir el nombre al ver la fruta en casa) y la comprensión al escuchar a otros (agarrar el maracuyá tras ser nombrado). Sin embargo, se necesita como requisito el aprendizaje de unas habilidades previas del lenguaje para beneficiarse de las oportunidades cotidianas del ambiente.
Los cimientos del lenguaje
Dos habilidades son fundamentales para desarrollar lenguaje: mostrar interés por mirar a las caras de las personas y atender a sus voces. Esos cimientos están ausentes en muchos niños a los que se ha diagnosticado un trastorno del espectro autista (TEA). Como consecuencia dificulta el aprendizaje de lenguaje más complejo y necesario para mantener la interacción social con las personas.
Estos cimientos se llaman técnicamente hitos conductuales (behavioral cusps). Si imaginamos la construcción de un edificio, los cimientos tienen que ser sólidos y estructurados para que se complete el edificio. Respecto al lenguaje, los hitos conductuales funcionan como los cimientos necesarios para que se aprendan otras habilidades relacionadas con el lenguaje. Si los niños con retrasos en el lenguaje o indicadores de riesgo de TEA tienen ausentes los hitos conductuales, entonces será necesario comenzar enseñando esos hitos.
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Fomentar el interés por las caras y las voces
En concreto, desde el inicio del desarrollo infantil, los bebés muestran interés por orientarse a las voces y mirar a las caras de otras personas cuando se ha convertido en algo agradable. Es decir, tienen una motivación específica para observar voces y caras. ¿Cómo se consigue eso? Esa motivación se ha creado con múltiples experiencias de aprendizaje, emparejando el escuchar voces y ver expresiones faciales diversas con otras sensaciones agradables en sus vidas como recibir alimento, una temperatura corporal y contacto físico adecuado, etc.
Los niños motivados por observar las caras aprenden a imitar las acciones que ven en otros y después a imitar lo que oyen. Tras eso repiten sonidos y palabras que escuchan de los padres, abuelos, hermanos, etc. Posteriormente, las cosas que se ven se relacionan con las palabras que se oyen (ver y oír) y eso permite la comprensión de lo escuchado y el habla espontánea para pedir y nombrar. ¡La explosión del lenguaje se hace realidad!
¿Cómo aprenden lenguaje los niños diagnosticados de TEA?
Con niños diagnosticados de TEA es importante identificar, cuanto antes, si los hitos conductuales están presentes. Si están ausentes, ¿qué podemos hacer? Crear los cimientos.
Enseñar los cimientos del lenguaje es complejo, aunque se han investigado procedimientos eficaces. La esencia de esos procedimientos consiste en la continua y variada estimulación auditiva y visual que recibe el niño proveniente de los adultos en condiciones que lo mantienen motivado para mirar y escuchar.
En el caso de los niños con trastorno del espectro autista se usan procedimientos de emparejamiento estímulo-estímulo que tienen por objetivo asociar la observación de las caras y voces de los adultos con estimulación auditiva y visual agradable (como expresiones faciales, cantar canciones, hacer sonidos variados, etc.). Por tanto, el TEA no es una limitación para que los niños se interesen por atender a otras personas.
El lenguaje se aprende con las oportunidades acumuladas en la vida. Creer que el lenguaje es innato limita las posibilidades de aprendizaje de muchos niños diagnosticados de TEA, pues no se establecen las condiciones idóneas para enseñarles un uso funcional desde los primeros años. El desarrollo del lenguaje depende, en gran medida, de las oportunidades de enseñanza que se hayan dado. Aún así, existen alteraciones neurológicas que limitan las posibilidades de aprendizaje, incluso aplicando tácticas de enseñanza eficaz.
Lo común en muchos niños y adultos diagnosticados de TEA es que tengan problemas en desarrollar lenguaje o su ritmo de aprendizaje no sea el mismo a lo que ocurre en el desarrollo infantil habitual. Por esa razón, es imprescindible aplicar intervenciones eficaces que son útiles para enseñar lenguaje a personas con este trastorno.
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La ciencia busca los hitos conductuales
La visión de la enseñanza como ciencia tiene el objetivo de identificar cuáles son los hitos conductuales implicados en el desarrollo del lenguaje. Además, se pretende secuenciar el orden en el que se aprende el lenguaje.
Es decir, equivalente a secuenciar el genoma humano, aunque ordenando las habilidades responsables del lenguaje, desde las más básicas (por ejemplo, atender a las voces) hasta las más complejas (por ejemplo, solucionar problemas por mediación del lenguaje) . Y lo más importante, investigar qué procedimientos son eficaces para enseñar las habilidades del lenguaje ausentes.
Enseñar el lenguaje con ciencia en lugar de pseudociencia
Hemos comentado que muchos niños diagnosticados con trastorno del espectro autista tienen dificultades para aprender lenguaje. Sin embargo, es posible que los niños aprendan más dependiendo de qué, cómo y cuándo se enseñe. Esto implica adoptar una posición científica con un análisis funcional del lenguaje, y en particular sobre el espectro autista, frente a una visión pseudocientífica.
Las ventajas de la mirada científica es que ofrece mejores recursos para enseñar a los niños diagnosticados de TEA para lograr un desarrollo psicológico funcional. Además, las familias podrán elegir intervenciones eficaces para sus hijos, independientemente del diagnóstico. Saber elegir marcará el camino para poner los cimientos del lenguaje en la dirección adecuada y que más niños como Rafael aprendan.
José Julio Carnerero es psicólogo independiente y como analista de conducta realiza asesoría educativa y supervisión del currículo.