En medio de una situación crítica en el sector salud de Costa Rica, caracterizada por la pandemia y decisiones gubernamentales cuestionables, resulta sorprendente y desalentador el silencio y la complacencia que ha demostrado el sector sindical. Mientras el país enfrenta una aguda crisis en su sistema de salud, los sindicatos de este sector, a excepción del gremio de profesionales en enfermería, han permanecido en un preocupante estado de inmovilidad.
La gestión del gobierno de Rodrigo Chaves en materia de salud ha estado plagada de improvisaciones y nombramientos de jerarcas sin experiencia ni capacidades comprobadas. La destitución de la ex ministra de salud Joselyn Chacón, el despido del presidente de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Álvaro Ramos, y la rotación constante de viceministros y directivos de la CCSS han generado incertidumbre y desconfianza en un momento en que la estabilidad y eficiencia son cruciales.
La negativa del gobierno de pagar su deuda con la CCSS, junto con las intenciones intervencionistas del presidente en una institución autónoma, al nombrar a una abogada sin experiencia en el sector salud, son señales alarmantes. Ante este panorama, uno se pregunta dónde está el compromiso sindical en la defensa del estado social de derecho y de la calidad de los servicios de salud en Costa Rica.
En situaciones menos complejas, los sindicalistas han manifestado sus preocupaciones y se han comprometido en la lucha por políticas sociales justas. Sin embargo, en esta coyuntura crítica, su silencio resulta incomprensible. La opinión pública se pregunta por qué el Colegio de Médicos y otras agrupaciones gremiales y profesionales guardan un complaciente mutismo ante las alertas que la sociedad ha señalado en la defensa de la salud pública.
El sector sindical, en especial en el ámbito de la salud, tiene la responsabilidad de alzar la voz en momentos cruciales como este. Deben ser los defensores incansables de la calidad y accesibilidad de los servicios de salud para todos los costarricenses. Su silencio solo contribuye a agravar la crisis y a socavar la confianza de la ciudadanía en la capacidad del sistema de salud para proteger sus derechos fundamentales. Es hora de que los sindicatos retomen su papel como guardianes de la salud pública y actúen en consecuencia. La sociedad costarricense espera y necesita su liderazgo en este momento crítico.