Ingrediente estrella de productos como aceites, cremas, bálsamos o elixires antiedad, el cannabidiol o CBD –uno de los cannabinoides presentes en la planta medicinal Cannabis sativa L.– ha saltado a la fama en los últimos años. Pero ¿a qué se debe su omnipresencia? ¿Cuáles son sus verdaderas propiedades? Y lo más importante, ¿es seguro? Para responder a estas preguntas, hagamos un breve recorrido científico por sus acciones farmacológicas.
El CBD es un compuesto bioactivo no psicotrópico que, a pesar de su origen natural, también puede ser sintetizado químicamente. Aunque a día de hoy se han llegado a describir más de cien cannabinoides diferentes en el cannabis medicinal, las moléculas que más interés han despertado por sus aplicaciones terapéuticas son el THC (tetrahidrocannabinol) y el CBD.
Propiedades científicamente demostradas
Mientras que el THC es un compuesto con importantes acciones farmacológicas y psicotrópicas relacionadas el control del dolor, la sedación o el incremento del apetito, el CBD no es considerado legalmente una sustancia psicotrópica. Es decir, no produce cambios importantes sobre el comportamiento, el estado de ánimo o la percepción, aunque presenta interesantes efectos analgésicos y antiinflamatorios.
El hecho de que el CBD no sea un psicótropo radica en que su afinidad por los receptores cannabinoides del cuerpo humano es muy inferior a la que presenta el THC. Sin embargo, sí encontramos acciones sobre otro tipo de receptores farmacológicos, así como enzimas, factores nucleares y transportadores. Todo esto ha llevado a demostrar en diversos estudios sus virtudes antiinflamatorias, analgésicas, antiepilépticas e incluso antipsicóticas.
Con esta información podríamos decir que los mecanismos moleculares implicados y las acciones farmacológicas del CBD son complejas, pero muy interesantes desde un punto de vista científico.
Los estudios clínicos en humanos no han llegado a probar que el cannabidiol tenga propiedades ansiolíticas, pero sí se han observado efectos sobre el apetito o en el control del dolor. Incluso se han llevado a cabo investigaciones en veterinaria como posible producto analgésico en perros con artrosis.
Hoy en día, y dependiendo de en qué país nos encontremos, podemos encontrar el CBD con diferentes estatus regulatorios y en distintos tipos de productos. En el caso de la Unión Europea, solo se comercializa como medicamento en solución oral (Epidyolex), para el tratamiento de algunos tipos de epilepsia y, sobre todo, como producto cosmético sin indicación terapéutica, para ser aplicado sobre la piel. Su uso como complemento alimenticio no está permitido en España, pero sí en Estados Unidos y otros países.
Efectos adversos
¿Y qué podríamos decir respecto a su seguridad? Empleado como un fármaco, el CBD presenta una gran cantidad de efectos adversos derivados de su mecanismo de acción. Cualquier sustancia –ya sea de origen natural o sintético– con capacidad para producir efectos farmacológicos sobre el organismo también presenta el potencial para generar reacciones indeseadas o interacciones con otros medicamentos.
En concreto, el CBD puede provocar trastornos del metabolismo como disminución del apetito, somnolencia, letargo, diarrea, irritabilidad o incluso infecciones respiratorias y urinarias. Además, es transformado en el hígado para facilitar su eliminación e interacciona con receptores relacionados con la detoxificación de sustancias extrañas. Esto podría aumentar o disminuir los efectos de tratamientos antiepilépticos y fármacos anticoagulantes o inmunosupresores, lo que pone en riesgo la salud del paciente.
Solo a través de la piel
Por este motivo, en muchos países el CBD solo se comercializa sin prescripción médica como producto cosmético para aplicarlo sobre la piel, con la idea de que los usuarios lo empleen para aliviar las molestias musculares o articulares.
Existen artículos de muy distinto tipo: cosméticos que solamente contienen CBD puro (también llamado aceite de CBD), CBD broad spectrum (con otros cannabinoides pero sin THC) y CBD full spectrum (con otros cannabinoides incluido el THC). Algunas personas hacen un uso inapropiado de estos productos y en lugar de aplicarlos sobre la piel emplean otras vías de administración, con los riesgos que ello entraña.
Es importante recordar también que la Agencia Mundial Antidopaje incluye todos los cannabinoides como sustancias dopantes con la excepción del CBD. A pesar de ello, los deportistas deberán tener claro qué productos usan y cómo se los administran en cada caso, puesto que muchos de los citados productos contienen restos o trazas de otros cannabinoides.
A la luz de las últimas investigaciones, el CBD es una sustancia de interés farmacológico con posibles aplicaciones en salud humana y veterinaria, pero se deberá profundizar más en cuestiones de seguridad para avanzar también en la regulación y legislación de esta interesante molécula.
Víctor López Ramos does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.