María Eugenia Venegas Renauld. Académica, Ed Diputada y Ed Diplomática.
Si tuviéramos un contingente de inspectores de tránsito efectivo, responsable y entrenado para resguardar la calidad de la vida humana desde la movilización en carreteras, sacarían de circulación la casi totalidad de motociclistas, le cerrarían a las empresas de entrega de comida rápida y entregas a domicilio su flotilla de conductores irresponsables, quitarían placas y licencias a las motos que adelantan por la derecha, se atraviesan por todos los lados de un carro en movimiento, usan las rayas blancas y amarillas en carretera como carriles de su exclusividad; le quitarían la licencia y placa a tantos conductores hablando o revisando el celular; irían a las salidas de supermercados y bajarían a cientos de conductoras especialmente irresponsables haciendo reunión por celular o a jovencitos a escape revisando Instagram o FB; se preocuparían por enseñar a los conductores a usar el carril de la izquierda solo para desplazamientos rápidos y podrían analizar lo que pasa con la distorsionada cortesía que genera grandes presas en zonas de varias entradas y salidas con dobles carriles. Para muestra Río de Oro frente a la escuela con semáforo y cuatro bocas de ingreso a la vía principal: un desastre diario fenomenal. Entrarían recursos a granel, mejoraríamos la vialidad y la cultura del cuido y podríamos bajar esos datos de más de un 50% de accidentados en hospitales provenientes de motociclistas. Ni qué decir de la circulación de ciclistas los fines de semana.
¿Porqué no cerrar uno de los dos carriles de aquellas calles que usan para hacer deporte por medio día los fines de semana sobre todo cuando ni aceras tienen esas calles? Niños, jóvenes y adultos mayores podríamos disfrutar de hacer deporte en esos espacios y tiempos; ¿porqué no innovar, generar nuevas formas de descongestionar hospitales? Lejos de generarle gastos a la seguridad social por atención de accidentes, cabe generar la responsabilidad de conductores que ni idea de lo que es la vida de los peatones, de otros conductores y la propia.
Con frecuencia somos maleducados, groseros, chapuceros y malcriados en carretera con vehículos caros o con pedazos de lata móvil. Pero bueno, parece que hasta el gobierno quiere más chatarra vieja y obsoleta para trasladar al público y sumar al desastre vial del país. Y se suman también diputados de pacotilla haciendo favores a concesionarios irresponsables. Lo peorcito que tenemos en el país: cambio de gobierno para “seguir peor” y una población de baja educación en ciernes.