La producción de bienes y servicios implica el uso de instrumentos, llamados factores productivos, para transformar las materias primas en bienes y servicios que pueden ofrecerse en los mercados para su consumo.
Dentro de estos factores productivos podemos destacar los de mayor relevancia:
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Las maquinarias y los equipos que se usan en la producción (el capital).
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El trabajo.
En el periodo previo a la Revolución Industrial, las tareas que se llevaban adelante para producir bienes y servicios eran intensivas en el uso del factor trabajo. Por ejemplo, las tareas vinculadas a las cosechas o la producción agrícola. Sin embargo, con el paso del tiempo, y principalmente debido a la aparición de nuevas tecnologías, ciertas tareas y trabajos remplazaron el uso de trabajo por capital, es decir, por máquinas.
Trabajo por capital
El proceso de remplazo comenzó durante la Revolución Industrial con la invención de la máquina de vapor y de otros artefactos como, por ejemplo, el uso de tornos para realizar tareas que anteriormente realizaban artesanos calificados.
Si bien el proceso de sustitución de trabajo por maquinaria para la producción comenzó en el siglo XVIII, actualmente es constante y ha sufrido una particular intensificación en los últimos treinta años.
El crecimiento en la intensidad de la aparición de nuevas tecnologías si bien ha permitido incrementar la productividad de las economías, es decir, producir más bienes y servicios en un menor tiempo o con una mejor calidad, también ha provocado una mayor sustitución de trabajadores por máquinas.
Una tarea simple, como preparar un café, actualmente es realizada por robots en algunos cafés de Corea del Sur. En consecuencia, se ha generado la creencia de que la tecnología, o los robots, le quitan el trabajo a las personas, incrementando el desempleo y generando una batalla de humanos contra robots.
Irremplazables
Pese a todo, las innovaciones tecnológicas no pueden reemplazar a los humanos de todas las tareas productivas, lo que relega la batalla humanos contra robots a un plano de ficción más que a uno real.
Esto se debe a que existen diferentes tipos de tareas en la producción de bienes y servicios, y no todas ellas pueden ser automatizadas:
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Manuales rutinarias: tareas reiterativas, que requieren el uso de la fuerza física y además están asociadas con la destreza en los dedos y la manipulación de objetos pequeños.
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Manuales no rutinarias: como las tareas manuales rutinarias, requieren el uso de la fuerza física pero no son tareas que se reiteren de manera constante.
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Cognitivas rutinarias: tareas repetitivas que requieren el uso del pensamiento, como por ejemplo trabajos de televentas.
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Cognitivas no rutinarias: este tipo de tareas requieren del pensamiento abstracto, la capacidad para resolver problemas de manera crítica y de habilidades comunicacionales. Además, estas tareas no tienen carácter repetitivo.
En base a esta clasificación de tareas, se puede decir que las tareas que se automatizan, o con más riesgo de que eso ocurra, son las tareas rutinarias, tanto cognitivas como manuales, al ser tareas repetitivas que pueden ser realizadas por una máquina o robot sin mayores inconvenientes.
Las tareas no rutinarias tienen una menor probabilidad de ser realizadas por un robot. Las tareas manuales no rutinarias se caracterizan por estar influenciadas por aspectos que no pueden replicar las máquinas o robots; por ejemplo, aspectos culturales. Por otra parte, las tareas cognitivas no rutinarias son las tareas menos automatizables de todas pues el pensamiento crítico y las habilidades comunicacionales no pueden ser replicadas de manera parcial o total por una máquina.
Vencer a la máquina
La solución para que los humanos ganen la batalla a los robots radica en que los trabajadores se empleen en tareas con bajo riesgo de automatización. Ahora bien, para esto se deben dar dos cosas:
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Para poder desarrollar este tipo de tareas son necesarias una preparación técnica, estudio y aprendizaje de las tareas a realizar para llevar a cabo dichas tareas (learning by doing). Por tanto, la educación (formal e informal) debe tomar un rol protagónico, permitiendo a las personas asumir tareas que tienen un bajo riesgo de automatización.
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Se deben generar puestos de trabajo para la producción de bienes y servicios que no requieran tareas no rutinarias. En base a esto último, los servicios basados en conocimiento, que utilizan de forma intensiva la alta tecnología y que necesitan trabajadores cualificados para aprovechar las innovaciones tecnológicas, surgen como una solución a este problema.
Desde la Revolución Industrial comenzó la sustitución del trabajo humano por el de máquinas o robots. Sin embargo, estamos a tiempo de ganar la batalla, poniendo el foco en la capacitación e instrucción, así como también en la generación de puestos de trabajo en servicios que utilicen las innovaciones tecnológicas como complemento.
Juan Manuel Rodriguez Repeti no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.