En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Brasil sigue muy polarizado entre Luís Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores) y Jair Bolsonaro (Partido Liberal). Las últimas encuestas indican que la brecha entre los dos candidatos se está acortando: Lula con el 49 % de las intenciones de voto y Bolsonaro con el 45 %. En este escenario incierto, Brasil elegirá a su próximo presidente el 30 de octubre.
En la disputa por los votos, Lula, que nació en la región noreste, tiene gran parte de sus electores en esa zona del país. En la primera vuelta de las elecciones del 2 de octubre, Lula obtuvo aproximadamente 22 millones de votos en esta región, casi el triple de los votos que recibió Bolsonaro, casi 9 millones.
El noreste está compuesto por nueve estados que se encuentran entre los más pobres de Brasil y donde vive el 27 % de los votantes brasileños, siendo el segundo mayor electorado del país. En las otras cuatro regiones, los votantes se distribuyen así: el 42 % en el sureste, el 14 % en el sur, el 7 % en el centro-oeste, y el 8 % en el norte.
Tras la divulgación de los resultados electorales de la primera vuelta, el noreste fue blanco de ataques del presidente Bolsonaro. En uno de sus directos diarios, sacó a la luz el analfabetismo para justificar su fracaso en el noreste: “Lula ganó en 9 de los 10 estados con mayor tasa de analfabetismo. ¿Sabes cuáles son los estados? En nuestro noreste”. Así inició el candidato Bolsonaro su segunda vuelta a la presidencia.
División territorial entre los votantes
Desde 2014, los estados del noreste tienen una preferencia distinta del resto de los estados brasileños en la elección de candidatos presidenciales. La mayoría de los nordestinos, como es llamada en Brasil la población de esa zona, ha apoyado sucesivamente a los candidatos del Partido de los Trabajadores (PT): la expresidenta Dilma Rousseff en 2014, el exalcalde de São Paulo Fernando Haddad en 2018 y el expresidente Lula en la primera vuelta de 2022.
En las elecciones de 2018 y 2022, cuando Bolsonaro era el opositor del PT, los candidatos de ese partido a la presidencia obtuvieron más del 60 % de los votos en todos los estados del noreste. En la primera vuelta de las elecciones de este año, Lula mantuvo una amplia ventaja en la región, recibiendo el 68 % del total de votos frente al 26 % de Bolsonaro. En el estado de Piauí Lula obtuvo su mayor ventaja en número de votos en todo el país con el 74 % del total, mientras que Bolsonaro logró solo el 19 %.
El porcentaje de votantes totales de Bolsonaro creció al comparar la primera vuelta de 2018 y 2022. Sin embargo, ese crecimiento fue tímido en el noreste. En la región, el estado donde Bolsonaro obtuvo más votos fue Alagoas, que le otorgó el 36 % de los votos, detrás de Lula, que alcanzó el 56 %s.
Con un claro rechazo a Bolsonaro en el noreste, el candidato y sus seguidores profieren todo tipo de insultos racistas y xenófobos contra la población de la región.
Analfabetismo, política pública y voto
El intento de Bolsonaro de culpabilizar al analfabetismo de su alto rechazo se deriva del estigma asociado al bajo grado de desarrollo socioeconómico del noreste de Brasil.
Es correcta la información de Bolsonaro sobre el alto grado de analfabetismo en los estados que más votaron por Lula. En el noreste, el analfabetismo afecta al 13 % de la población, muy por encima de la media brasileña del 6 %. Sin embargo, contrariamente a lo que dijo Bolsonaro, la baja alfabetización en la región no fue causada por gobiernos de izquierda y por sí solo no produce automáticamente votos para Lula.
La marcada distinción del voto nordestino del resto del país no está relacionada con la existencia de provincianismo y clientelismo en el noreste. Por el contrario, los votantes de la región demuestran que votan por políticas públicas transformadoras. La amplia preferencia regional por Lula está relacionada con el impacto positivo en la región de los gobiernos de Lula.
Entre 2000 y 2010, el Índice de Desarrollo Humano de la región fue el que más aumentó entre las regiones brasileñas. El número de nordestinos en situación de pobreza se redujo de 21,4 millones a 9,6 millones entre 2002 y 2012. En el mismo periodo, la renta media de la población del noreste fue la que más aumentó en el país. La economía del noreste creció casi un 1 % por encima del promedio nacional entre 2003 y 2013, y en cuatro años (2008-2012) se triplicaron las inversiones federales en infraestructura en la región.
Tales avances cambiaron la preferencia electoral en el noreste. Este cambio debe ser bienvenido en el federalismo brasileño, donde las diferencias territoriales están asentadas.
El papel del noreste en la recta final de las elecciones
Las encuestas en la región sugieren que Lula mantiene una amplia ventaja en el noreste con el 67 % de intención de votos contra el 28 % de Bolsonaro.
Para potencializar todavía más su apoyo, Lula recorrió varias capitales de la región en las últimas semanas, arrastrando multitudes. En sus discursos en esas capitales, Lula se refirió a los discursos de Bolsonaro contra la región y en Recife animó a los votantes a acudir a las urnas el 30 de octubre, diciendo: “El voto del noreste es una cuestión de honor”.
Bolsonaro, que lidera la intención de voto en todas las demás regiones de Brasil, en la recta final centró su campaña en estados como São Paulo y Río de Janeiro para intentar aumentar su pequeña ventaja sobre Lula. La campaña de Bolsonaro también conquista votos en Minas Gerais, el segundo colegio electoral más grande de Brasil, donde Lula ganó en la primera vuelta.
La tríada “elección-federalismo-noreste” preocupa a Bolsonaro porque constituye un pilar importante de la democracia brasileña. El actual presidente intensifica las crecientes disputas fratricidas cuando critica los votos del noreste, que fue parte de la génesis del estado-nación brasileño. Para disgusto de Bolsonaro, el voto del noreste volverá a mostrar su peso y singularidad cuando Brasil elija a su próximo presidente.
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