La popularísima plaza de las Pasiegas de Granada (España), donde se ubica su catedral, posee una historia interesante y poco conocida: la de las nodrizas pasiegas que acudían a exponerse para ofrecer sus servicios los domingos en este espacio público.
Pero no solo las oriundas de la Vega del Pas lo hacían. Aún viven ancianas granadinas que recuerdan haberse ofrecido como nodrizas los domingos en la plaza de las Pasiegas para ayudar económicamente a sus familias.
Por otro lado, y por ese mismo motivo histórico, fue este lugar el escogido por las madres de Mamilactancia, la asociación prolactancia referente de ámbito granadino, para celebrar “la tetada pública” de la 1ª Fiesta de la Lactancia en Granada en 2004, destinada a la visibilización y normalización de la lactancia en nuestra sociedad.
¿Es la lactancia un patrimonio?
La definición oficial del patrimonio inmaterial de la UNESCO es la siguiente:
“Tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, o saberes y técnicas tradicionales de fabricación de objetos artesanales”.
Si nos acogemos a ella podemos pensar que la lactancia, en cualquiera de sus versiones culturales, se ajusta bastante bien a la definición.
Además de eso, en el caso de Granada, da nombre nada menos que a la plaza de su imponente catedral, aunque el origen de su topónimo es poco conocido. En este sentido, es preciso volver la cara del almidonado pecho de la nodriza, recordando los versos de Lorca, y estudiar en profundidad este rostro olvidado de la historia de muchas mujeres y criaturas.
En la plaza granadina podemos ver un espacio íntimo vinculado al género, con dos imágenes profundamente relacionadas pero, a la vez, distanciadas por el tiempo:
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Las nodrizas pasiegas que le dan nombre, seguidas de tantas otras mujeres granadinas que ofrecían su leche los domingos en este espacio ciudadano hace décadas y que, ancianas hoy pero aún vivas, desean compartir esta experiencia.
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Las mujeres lactivistas de la asociación granadina Mamilactancia amamantando juntas en la tetada pública de la primera Fiesta de la Lactancia celebrada en Granada (2004), destinada al orgullo y la normalización del hecho lactante. Estas madres experimentan y fomentan la lactancia de un modo ciertamente distinto, con un cariz público y político que asume otros significados.
Desde la perspectiva del patrimonio y el espacio urbano como construcción social, tanto las nodrizas (pasiegas o granadinas) de entonces, como las madres lactantes (lactivistas) de hoy, han producido y producen formas de patrimonio inmaterial ligados a su práctica lactante, que en el caso de la plaza de las Pasiegas se vincula, además, a un patrimonio cultural y artístico emblemático.
Tan importante para el bienestar como la dieta mediterránea
Si la dieta mediterránea es hoy patrimonio de la UNESCO, en gran medida por su contribución al bienestar de diversas regiones, en mucha mayor medida la lactancia materna está directamente relacionada con un mayor bienestar en la infancia y la maternidad. Además, si en los congresos patrimonialistas se habla de los beneficios de la enseñanza del patrimonio inmaterial en el desarrollo cognitivo y emocional, con más motivo aún podemos hacerlo de la lactancia.
Finalmente, si el concepto de patrimonio, sobre todo en su matiz cultural, inmaterial u holístico, está realmente experimentando un proceso de descolonización y subalternización, entonces la lactancia materna, como práctica humana y en su intrínseca variabilidad, constituye un acervo patrimonialista de primer orden.
Ester Massó Guijarro no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.