Luis Paulino Vargas Solís.
Durante dos años de pandemia, la Caja se vio orillada a los límites del colapso, con hospitales saturados y servicios de cuidados intensivos exigidos mucho más allá de sus reales capacidades. Para su personal, el esfuerzo fue extremo y extenuante, con jornadas de trabajo interminables, sin interrupción, a lo largo de días y noches, y con el dolor traumatizante de tener que presenciar tantas muertes en soledad. Luego, cuando llegó la vacuna, el personal de la Caja se movilizó por todo el país -con visitas casa por casa cuando ello fue necesario- para aplicarla.
Suman 9.000 personas fallecidas. Pudieron ser muchísimas más. Si la tasa de letalidad de Costa Rica se compara positivamente con la de países mucho más ricos, fue gracias al trabajo grandioso de la Caja y la heroicidad de su personal.
Pero cuando se trata de dirigirse a ese personal, el presidente Chaves no tiene nada que decir sobre todo eso. Su mensaje, grosero y mezquino, tan solo busca culpabilizar a ese personal por las listas de espera.
¿Realmente es del interés del señor presidente combatir eficazmente las listas de espera? Entonces ¿por qué no mantuvo a Álvaro Ramos como presidente de la Caja, sabiendo que difícilmente encontraría a nadie igual de competente para el puesto? Por otra parte, ¿qué propone el presidente para que el gobierno le pague a la Caja la astronómica cifra de ₡2,7 billones que le adeuda? Nadie espera que pague en un solo tracto, pero un calendario de pagos, claro y verificable, se agradecería grandemente.
Tiene la palabra el señor presidente.