Luis Paulino Vargas Solís
- Si, señora diputada, ya sabemos que usted tiene en altísima estima, y colocado en encumbradísimo pedestal, al presidente Chaves. Que es una figura portentosa, a cuyo lado los próceres, héroes y heroínas de nuestra historia, se empequeñecen hasta desaparecer. Ya nos lo ha dicho incontables veces. No es necesario que lo vuelva a decir.
- Hace falta, en cambio, que usted nos explique las ideas, propuestas y proyectos que tal lumbrera nos ofrece. Viniendo de un tan prodigioso líder, han de ser cosas realmente deslumbrantes. De momento, no veo que haya nada en materia de empleo o reactivación económica, y en lo fiscal, la única novedad -si es que merece llamarla así- consiste en sacar del sarcófago la idea, tan trillada como desacredita, de las privatizaciones. Eso es lo que creo ver, pero acaso sea porque yo soy muy tonto e ignorante. Usted, que maneja mucha más información y tiene el panorama mucho más claro, ¿sería tan amable de ilustrarlos sobre ese particular?
- Permítame, eso sí, hacerle una humilde observación: no es respetuoso que usted llegue a un lugar -dígase, por ejemplo, Puntarenas- donde habitan personas que sufren de múltiples carencias, y que han sido víctimas del olvido y la posposición, y les diga: “déjense de quejas y pónganse las pilas, para que así saquen adelante a sus familias y dejen atrás la pobreza”. La gente tiene todo el derecho a quejarse y protestar, pero, sobre todo, la gente no necesita que le digan que debe ponerse las pilas. Es gente breteadora, que la ha pulseado duramente durante toda su vida.
Expresiones como las que usted utilizó ante los puntarenenses, resultan una expresión de arrogancia clasista, y un verdadero insulto.
Eso sería, doña Pilar. Le deseo paz y bienestar.