Macarena Barahona Riera, Poeta y catedrática de la Universidad de Costa Rica.
Un 11 de marzo de 1909, en La Casa de Salud de Nuestra Señora del Pilar en Barcelona, después de varios meses de enfermedad, muere don Aquileo Echeverría, en tierra extraña, enfermo, miserable y aniquilado… como él mismo se describe, a sus 43 años.
Sus últimos escritos; sus cartas, que conmueven por la valentía en la palabra, su melancolía y reposo emocional ante su enfermedad y sus presagios de muerte.
Quisiera compartir, como un obsequio de su prosa, la elegancia y cordialidad con que se refiere a don Manuel Argüello Mora, en una de sus famosas colaboraciones en Páginas Ilustradas:
Dio preferencia en sus trabajos a la Historia Patria y de manera señalada a los acontecimientos importantísimos relacionados con Mora, el salvador de Centroamérica, acontecimientos en que él toma parte muy principal, en los que puso diversas ocasiones a prueba, la claridad de su talento, el temple de su valor y los altos quilates de su lealtad. Su conversación fluida y amena, encantaba. Era así, a modo de vistoso mosaico en que engarzaba los infinitos recuerdos de su accidentada vida; de sus numerosos viajes, de sus triunfos, de sus vicisitudes.
Un rico archivo de anécdotas, ya dramáticas, ya cómicas, serias, escabrosas, y que él manifestaba según las gentes con quien departiera, siempre en forma graciosa, sana, culta, huérfana de toda chocarrera espera, desnuda de todo donaire vulgar (1906)
Este homenaje que escribe Aquileo a don Manuel, como esquela, se convierte en un testigo único, con su palabra libre para acercarnos tanto a él, en su modo de pensar sobre Juanito Mora, sobre su sobrino y sobre los acontecimientos políticos de los años anteriores.
Así es la palabra; lleva el don de vida para quien la goce, y de esto Aquileo con sus famosas poesías, epigramas, romances y concherías, ha recorrido las generaciones de costarricenses dando gozo y exaltando a los hombres y mujeres más humildes, dueños, en trabajos y faenas de nuestra patria y burlándose en la picardía de su maravilloso ingenio.
Habrá gozado de la palabra, con su crítica y mordaz rima, no lo dudamos y para compartir entre todos:
Lo que a mí me ha sucedido
a nadie le sucedió,
que en la Junta de Notables
me cacharon el relo.
Y sobre la Corte Centroamericana
Se nos dice que la Corte
Que funge en terra cartaga,
Es como pez en el agua:
¡Come, bebe, duerme y nada!
Publicado originalmente en La República