Mario Ramírez Granados, Abogado y escritor.
Dentro de las veredas de la imaginación, la mayoría somos turistas, peregrinos ocasionales de sus caminos, que nos internamos en sus predios a través de las páginas de un libro. Pero hay otros pasajeros que se vuelven en residentes habituales de este Reino. Uno de estos residentes, proviene de Providence, Massachusetts. Fue uno de esos casos, como Jorge Luis Borges, que encontró un hogar en la literatura.
Ese niño tímido se llamó en vida Howard Phillips Lovecraft más conocido como H.P. Lovecraft, y vino al mundo un 20 de agosto de 1890. Desde su niñez encontró le gusto por el latín, los cultos antiguos y los cuentos de terror de Edgar Allan Poe, cuya impronta empezó a notarse desde sus primeros escritos para evolucionar hacia una de las corrientes más interesantes del siglo XX, el horror cósmico.
Como dijimos Lovecraft fue un lector precoz, y mantuvo interés en la escritura desde su juventud, la cual se convirtió en una forma de ingresos, mediante una serie de cuentos de terror y fantasía que fueron publicados principalmente en la Revista Weird Tales (Cuentos extraños), una publicación de tipo pulp, en la cual se publicaban en un formato económico obras de terror y ciencia ficción a principios del siglo XX.
En Lovecraft, el terror ya no provendrá de fuentes como el vampiro o los fantasmas, que ya entonces mostraban signos de agotamiento, sino que volcara su atención en invertir las leyes del tiempo y el espacio, para desde ahí recuperar sus lecturas sobre cultos antiguos y crear todo un panteón de seres nuevos como Hastur, Yog Sothoth y, tal vez el más conocido de sus personajes, Cthulhu, una especie de ser con alas de murciélago y cabeza de pulpo que dormía en un rincón del océano Pacífico.
El horror materialista introdujo dentro del siglo XX, la existencia de deidades, anteriores a la humanidad, que se encontraban atrapadas en algunos rincones de la tierra y a lo largo de las estrellas, más allá del tiempo y el espacio y que periódicamente trataban de volver de despertar de su largo sueño, a través de portales que habían quedado dispersos por el mundo , o por extraños conjuros pronunciados por sus seguidores, mediante un grimorio inventado al cual Lovecraft denominó Necronomicon.
Lovecraft dejara atrás los castillos para volver aterradoras las casas victorianas y crear un país propio en su natal Massachusetts, legándonos para siempre nombres como Dunwich, Arkham o la infame ciudad costera de Insmouth, así como dimensiones a las que era posible acceder mediante los sueños.
A pesar de que Lovecraft era una persona retraída, alrededor de la Revista Weird Tales, se fue constituyendo un círculo de amigos, donde se hizo común la colaboración literaria, que se conoció como el Círculo de Lovecraft. Algunos de los miembros de ese círculo con el tiempo tendrían nombre propio como Robert E. Howard, quien nos legó para la posterioridad aquel guerrero legendario conocido como Conan el Bárbaro, o Robert Bloch.
Del círculo surgió una forma de literatura, que renovó el género del terror, en algunos casos mediante escritos realizados en colaboración con Lovecraft, o en otras casos mediante la incursión de sus amigos en el camino trazado por Lovecraft, permitiendo que su universo se expandiera más allá del autor y entrara a géneros como la Ciencia Ficción. Estas colaboraciones introdujeron nuevas deidades que engrosarían el universo de Lovecraft así como nuevos grimorios como el Libro de Eibon, o Des Cultes des Ghoules y lugares como la Meseta de Leng.
Como destaca Mark Fischer, Lovecraft se distingue de otros autores por su capacidad para generar “un efecto realidad”. El autor se esforzó por construir una cronología tan convincente en torno al Necronomicon, rastreando sus orígenes hasta la lejana Arabia, dándole un autor, así como la historia de su trayectoria sus traducciones, indicando incluso que algunos de sus ejemplares se conservan en lugares como la Universidad de Harvard, la Biblioteca Nacional de París, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Miskatonic (otro de los lugares imaginarios en los que viven muchos de los personajes de Lovecraft y ocurren muchos de los sucesos que narra en sus cuentos). Otro recurso interesante que demuestra la audacia del autor, es que muchos de sus cuentos aparecen citas del Necronomicon, haciéndolo por momentos parecer un texto real. Este tipo de detalles volvieron la existencia del libro tan convincente que incluso ha sido buscado en las más prestigiosas bibliotecas del Mundo.
A su muerte a los 46 años, fue discreta producto de un cáncer intestinal en 1937, sin ver en vida, los frutos de su obra. Fueron los amigos de Lovecraft los primeros que comprendieron el potencial de sus historias, y empezaron a compilar sus cuentos y dando a conocer su legado, hasta captar la atención de la crítica especializada.
La vida de Lovecraft es entonces como la existencia de ciertas personas que trasciende cuando escriben e inspiran a otros, prolongando su vida más allá de sí mismos. Sus textos han llegado alcanzar una cierta autonomía de su creador, y algunos de sus personajes se han convertido en uno de la cultura popular como Cthulhu, o influido en la obra de artistas como el suizo H.R Giger, quien creó una serie de ilustraciones inspiradas en el universo lovecraftniano, que dieron lugar a la criatura de la franquicia Alien. Otros autores vigentes como Stephen King han reconocido su deuda con el escritor de Providence.
El propio Lovecraft se ha convertido en un icono de la cultura popular pasando de ser un escritor originario de Providence, hasta convertirse el mismo en un personaje de ficción, como sucedió con su amado Edgar Allan Poe.
Como Poe, su obra se ha convertido en un camino propio dentro de las riberas de la imaginación, siempre vigente por las nuevas traducciones de sus textos, listos para inspirar nuevas generaciones de lectores. Durante este mes de agosto, se conmemora a lo largo del orbe la vida y el legado de H. P Lovecraft. Esta puede ser la ocasión perfecta para acercarse al autor. Tal vez una ocasión para jugar con las reglas del tiempo y el espacio, y así encontrar nuevos caminos.