Mucho se está hablando en estos días sobre los parabienes que traería la construcción del gasoducto Midcat como posible solución a la sustitución del gas ruso para Alemania.
También ha entrado en juego la política. España y Alemania se han aliado ante la negativa de Francia –ahora abierta a examinar el proyecto– a llevar a cabo las obras.
Pero ¿tiene sentido tanta insistencia?
España cuenta ya con una conexión a Francia por medio de dos gasoductos que pueden llevar 7 000 millones de metros cúbicos de gas. El Midcat ampliaría esto en 8 000 millones de metros cúbicos que podría forzarse hasta los 10 000 millones de metros cúbicos. Por tanto la conexión de España con Francia sería de 17 000 millones de metros cúbicos de gas una vez listo el Midcat, cuya construcción necesitará entre año y medio y dos años.
Alemania importaba de Rusia 140 000 millones de metros cúbicos de gas. Primero, Gazprom les redujo el suministro a la mitad y actualmente sólo reciben un 20 %, es decir, 28 000 millones de metros cúbicos de gas. Esto quiere decir que Alemania necesita encontrar quien le pueda suministrar 112 000 millones de metros cúbicos de gas. Suponiendo que pudieran ahorrar 12 000 millones de metros cúbicos en generación eléctrica, siguen necesitando unos 100 000 millones de metros cúbicos adicionales.
¿Qué alternativas tiene Alemania?
Noruega no puede enviar más gas a Alemania, pues está al máximo de producción y no puede extraer más.
Pese a que el país está contratando regasificadoras flotantes, estas tienen una capacidad de 5 000 millones de metros cúbicos de gas cada una. Está prevista la instalación de cinco, lo que permitiría cubrir 25 000 millones de metros cúbicos.
Italia (con una potente infraestructura) podría enviar 20 000 millones de metros cúbicos de combustible por gasoducto gracias a los nuevos contratos con Argelia.
Así, Alemania dispondría de 45 000 millones de metros cúbicos de gas si sumamos la capacidad de las regasificadoras y el aporte de Italia. Unidos a la contribución de España a través de los gasoductos existentes y del MidCat, la cifra alcanzaría los 62 000 millones de metros cúbicos. Quedaría por cubrir al menos 38 000 millones de metros cúbicos.
Se podría añadir al combo anterior un nuevo gasoducto sumergido por el Mediterráneo desde España hacia Italia, con capacidad de aportar 20 000 millones de metros cúbicos. De este modo, quedarían aún 18 000 millones de metros cúbicos por cubrir, para los que Alemania podría recurrir a buques lanzadera en paralelo con el gasoducto sumergido.
Resumiendo, la única posibilidad para Olaf Scholz de poder mantener la industria del país es construir los dos gasoductos españoles, el francés y el italiano, complementados con buques lanzadera en paralelo a estos últimos.
Medidas de ahorro
No obstante, hay que tener en cuenta varias cosas. Ambas infraestructuras no son inmediatas. La francesa podría tardar dos años, pero la italiana es una infraestructura más compleja, al ser marítima, y necesitaría tres o cuatro años para su desarrollo.
Además, Alemania va a necesitar mucho ahorro de gas y en este punto tenemos que pensar que solo el 20 % del consumo de gas en la UE se produce a partir de generación eléctrica. Las medidas de ahorro que Europa está proponiendo ahora van en el sentido de ahorro de electricidad para no consumir gas en la generación eléctrica, pero dichas medidas inciden sólo en una parte del consumo de gas. Por ello, Alemania deberá actuar sobre el consumo directo de gas, ya sea a través de los hogares o de la industria.
Otros países, como el caso de España, no tienen estas dificultades y las medidas de ahorro como mecanismo de solidaridad que se nos han impuesto ni siquiera son necesarias. Debido a la autorregulación por los elevados precios del gas, el sector industrial ha disminuido el consumo de gas en un 34 %. Al representar la industria el 60 % de toda la demanda de gas española, ya supone un 20 % de ahorro directo de gas, muy superior al 7 % fijado como objetivo. Por tanto, todas las medidas del decreto de ahorro energético repercutirán sobreabundando nuestro ahorro de gas.
Por qué construir el MidCat
Desde que se planteó la construcción del MidCat, ha contado con una oposición muy fuerte de los grupos ecologistas franceses que no quieren que atraviese los Pirineos. Al mismo tiempo, Francia ve peligrar su liderazgo europeo como exportador energético debido a su potencia nuclear. Por eso son entendibles sus reticencias.
Lo que no es tan entendible es el cambio de posicionamiento del Gobierno español –antes contrario a su construcción por la insostenibilidad del gas–, si no es desde el punto de vista estrictamente político, ya que técnicamente no ha cambiado nada. Aunque exige ahora que el gasoducto pueda llevar hidrógeno verde, esta solución solo sería viable para el nuevo tramo de interconexión entre la red española y la francesa, ya que ni aguas abajo ni aguas arriba del mismo se podría transportar el hidrógeno actualmente. Sería preciso aplicar un recubrimiento interno a las tuberías para evitar la fragilización que provoca el hidrógeno en el acero.
Alemania necesita a España, pero no solo al MidCat, sino también la conexión italiana y cualquier otro suministrador de gas que pudiera haber en el futuro. Puede que las compañías gasistas y los gobiernos se den cuenta de que deben seguir invirtiendo en exploración, porque vamos a necesitar gas para rato.
Beatriz Yolanda Moratilla Soria no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.