“Tengo una tendinitis”. ¿Quién no lo ha dicho o escuchado alguna vez? Es una de las lesiones más conocidas y forma parte del acervo popular, pero a menudo empleamos ese término inapropiadamente. La tendinitis es un problema muy específico, y la confusión puede llevarnos a utilizar tratamientos inadecuados.
En primer lugar, debemos explicar qué función cumple el tendón en el cuerpo humano: es la estructura anatómica que se encarga de transmitir la fuerza de tracción que genera el músculo al hueso. No se debe confundir con el ligamento, el encargado de unir las articulaciones evitando que se separen las piezas óseas (luxación).
Lesiones frecuentes, pero sin inflamación
Habitualmente, las lesiones tendinosas se producen por movimientos repetitivos (microtraumatismos). Consideradas como lesiones por sobreuso o sobrecarga, se observan en la práctica de múltiples deportes, como el tenis, el baloncesto, el fútbol, el atletismo… Aunque no solo afectan a deportistas, ya que las actividades laborales o recreativas que provoquen gestos repetitivos pueden afectar al tendón.
En ciencias de la salud utilizamos el sufijo –itis para referirnos a inflamación. Es el caso de la artritis (inflamación de las articulaciones), la amigdalitis (de las amígdalas), la conjuntivitis (de la conjuntiva del ojo), etcétera. Y, sin embargo, las lesiones más habituales del tendón no son casos agudos que cursen con inflamación; o, por lo menos, las investigaciones no han determinado que exista esa respuesta del sistema inmunitario.
Esto sí son tendinitis
Estrictamente hablando, solo son tendinitis las lesiones agudas de carácter traumático –como un desgarro, un golpe o un corte– con inflamación. Cuando se hincha el tejido que recubre algunos tendones, la vaina tendinosa, se denomina tenosinovitis.
Por tanto, la palabra solo debería aplicarse a ese tipo concreto de casos, cuando lo más común es que el afectado por una lesión de tendón sufra microtraumatismos repetidos, sin inflamación.
Los investigadores se dieron cuenta del error generalizado hace dos décadas y consensuaron científicamente utilizar un término más general: tendinopatía . A este respecto, resulta muy ilustrativo el artículo titulado Tiempo de abandonar el mito de la tendinitis, que se publicó en el British Medical Journal en 2002.
¿Sirven los antiinflamatorios para las lesiones de tendón?
Si aplicamos la lógica, no tiene sentido utilizar antiinflamatorios cuando no existe inflamación. Un reciente trabajo de nuestro grupo de investigación concluye que la utilización de este tipo de fármacos en tendinopatías no produce beneficios claros. Algunas guías de práctica clínica lo recomiendan cuando existe inflamación asociada o como mecanismo analgésico.
¿Por qué aparece el dolor?
El tendón se ve afectado cuando la carga a la que lo sometemos es mayor de la que puede asumir. Es decir, no está preparado para ese esfuerzo. Los entrenamientos excesivos, la ausencia de descanso, el control inadecuado de cargas y el cambio de alguna variable en el entrenamiento pueden comprometerlo.
Es importante destacar que más dolor no equivale a mayor afectación. Las molestias se presentan cuando el tendón, con o sin cambios en el tejido, intenta reaccionar a la sobrecarga. De hecho, se ha constatado que tendones con signos degenerativos evidentes pueden no presentar síntomas.
Hipótesis muy recientes proponen enfocar el tratamiento farmacológico en el bloqueo del crecimiento nervioso que aumenta por la tendinopatía, lo que se asocia al dolor.
Cómo recuperar un tendón lesionado
Los investigadores más expertos en este campo indican que la porción del tendón que ya está degenerado difícilmente se recupera, por lo que debe trabajarse y adaptarse la porción sana.
El trabajo muscular excéntrico (cuando el músculo se contrae y estira al mismo tiempo) se considera una de las principales formas de abordar la tendinopatía, así como una medida preventiva importante. De esa manera se busca que la parte no afectada pueda soportar mejor la carga, evitando que genere dolor y se acabe deteriorando.
Lo ideal es adaptar las cargas y el tipo de trabajo muscular a las necesidades de cada paciente y cada modalidad deportiva.
Además, una estrategia fundamental consiste en identificar y eliminar los factores de riesgo. Si no se corrigen dichos factores, es mucho más fácil que la lesión del tendón reaparezca.
En esta línea, las progresiones demasiado rápidas en los entrenamientos y una planificación deportiva inadecuada aumentan las probabilidades de padecer una tendinopatía. También influye el tipo de superficie de entrenamiento y los cambios de terrenos de juego. Las superficies duras están consideradas como las más lesivas porque no absorben los impactos.
El tendón sigue siendo una estructura fascinante y, en buena medida, desconocida para la ciencia. Una de las cuestiones por resolver es si realmente puede llegar a inflamarse con gestos repetitivos.
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