Después de apenas 17 meses se acaba la experiencia de Mario Draghi al frente del Consejo de Ministros. Italia se ve sumida en la incertidumbre en un momento muy delicado en diferentes frentes: el económico, el de la seguridad internacional, el de la gestión de los fondos europeos y el de la crisis energética.
La crisis de gobierno fue repentina, aunque algunas fricciones dentro de la mayoría ya se habían ido notando en los últimos tiempos. Los partidos más inquietos en este sentido han sido el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la Liga, antiguos compañeros de gobiernos entre 2018 y 2019 y luego enfrentados entre sí.
Cuando el populismo no escucha al pueblo
Para salvar a Draghi de nada sirvieron las manifestaciones de respaldo al presidente promovidas en diferentes ciudades italianas, algo que, por cierto, se suele dar casi exclusivamente al revés, en contra de un ejecutivo y rara vez a su favor. Tampoco surtió efecto la petición firmada por alrededor de 1 500 alcaldes para que Draghi se quedara en su sitio.
Lo que se vivió la semana pasada en el Senado fue un espectáculo esperpéntico que devalúa aún más una clase política ya de por sí bastante mediocre. El Movimiento 5 Estrellas, principal propulsor de la crisis de gobierno, se encontró con dos inesperados aliados: Forza Italia y la Liga. Ambos partidos, de manera algo rocambolesca, favorecieron la caída del premier, fielmente respaldado hasta ese momento, alineándose con el enemigo y absteniéndose en la votación a la moción de confianza.
Dos partidos populistas (Liga y M5S) y otro que comenzó su trayectoria política con el objetivo de dar voz a la sociedad civil (Forza Italia) han retirado el apoyo a Draghi. Resulta cuando menos extraña esa actitud por parte de unas fuerzas políticas que han basado sus campañas electorales de antaño en el rechazo a la partitocracia, que han amenazado con “abrir el Parlamento como una lata de atún”, que han hecho hincapié en la necesidad de que haya una participación directa de la sociedad civil en la política.
Sin embargo, a la hora de la verdad han dado la espalda a la opinión del pueblo, que pedía estabilidad de gobierno hasta las elecciones de la próxima primavera. Haciendo oídos sordos al deseo del 60 % de los italianos que no querían un adelanto electoral y, en cambio, anteponiendo el interés electoral que siempre habían satanizado en los rivales.
Auge de Giorgia Meloni y caída del Movimiento 5 Estrellas
Las dimisiones de Draghi llevan consigo dos consecuencias inmediatas. Por un lado, el más que probable desplome del Movimiento 5 Estrellas, debido a su política errática e irresponsable. Desde su victoria en las elecciones de 2018, donde alcanzó el 32 % de los votos, no ha hecho más que perder apoyos. Las encuestas anteriores a la caída del gobierno le colocaban en el 12 %. Ahora, y tras varias escisiones internas, es muy probable que baje del 10 %.
Por otro lado, se va a afianzar como primer partido de la coalición de derechas (y quién sabe si primer partido de Italia) Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. El mérito que se le achaca a la líder es su coherencia. Decidió mantenerse con firmeza en la oposición al gobierno de Draghi desde el principio, sin dar bandazos. Hoy esa actitud inflexible le hará aumentar incluso más su popularidad.
¿Nuevos equilibrios europeos?
La caída del gobierno en Italia ha sentado como un jarro de agua fría en Europa. Draghi se había convertido en el líder europeo más implicado en la defensa de Ucrania y uno de los más inflexibles frente a Putin. Curiosamente, otro primer ministro que también compartía esa misma línea dura contra el mandatario ruso, Boris Johnson, ha dimitido a principios de julio, y Macron, sin dudas nada tibio con Rusia, no está pasando por su mejor momento. Los equilibrios europeos de cara a la guerra de Ucrania podrían cambiar.
Qué escenario nos espera
Según las encuestas, la derecha ganaría las elecciones si se celebraran ahora mismo. Dentro de 70 días, el 25 de septiembre, fecha prevista para que los italianos vayan a votar, casi seguramente también lo hará. Sin embargo, la horquilla entre Hermanos de Italia y los otros dos partidos de la coalición de derechas será más holgada que en la actualidad. Por un lado, debido al aumento de los apoyos de Meloni, por el otro, por el inevitable desgaste de Berlusconi y Salvini, consecuencia de su propia conducta en esta crisis de gobierno.
La controvertida actitud de Forza Italia y Liga al no respaldar la moción de confianza les impone ofrecer unas explicaciones a aquella parte de sus electores que no querían que el gobierno cayera, máxime en un momento tan delicado para el país.
Se verán obligados a justificar por qué se alinearon con el Movimiento 5 Estrellas, que también se abstuvo en la votación del miércoles. Sin embargo, los únicos descontentos no son los electores de dichos partidos. En Forza Italia ya tres miembros históricos (Carfagna, Gelmini y Brunetta) han abandonado a Berlusconi.
Lo que probablemente primará en las elecciones del 25 de septiembre será la baja participación, fruto de la desafección hacia esta clase política y de que la campaña electoral se llevará a cabo, por primera vez en la historia de Italia, en pleno verano. Y no es de extrañar que, tras el voto, no se llegue a un acuerdo de gobierno. Eso abriría una crisis aún más aguda dentro de la crisis actual.
Matteo Re no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.