Un nuevo informe de varias agencias coordinado por la Organización Meteorológica Mundial desvela la amenaza que pende sobre el desarrollo sostenible en ese continente con el aumento de la inseguridad alimentaria y del consumo de agua, los riesgos para la salud y la degradación ambiental.
El estudio da una visión general de las temperaturas terrestres y de los océanos, las precipitaciones, el retroceso de los glaciares y la reducción del hielo marino, el aumento del nivel del mar y las inclemencias del tiempo en 2020. Además, estudia los impactos socioeconómicos en un año marcado por la lucha contra la pandemia de la COVID-19 que complicó la gestión de los desastres.
El secretario general de la organización, el profesor Petteri Taalas, destacó que las amenazas meteorológicas y climáticas, como las tormentas y las sequías, provocaron impactos significativos en muchos países de la región afectando a la agricultura y la seguridad alimentaria y contribuyendo al aumento del desplazamiento y de la vulnerabilidad de los migrantes, refugiados y personas desplazadas.
Taalas añadió que estos embates agravaron los riesgos para la salud, agudizaron los problemas ambientales y las pérdidas de los ecosistemas naturales
«La combinación de estos impactos tiene un costo significativo en el desarrollo sostenible a largo plazo, y el progreso hacia la Agenda 2030 de la ONU y los Objetivos de Desarrollo Sostenible en particular», destacó.
La publicación del informe, que cuenta con la aportación de una amplia gama de socios como la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico, se produce antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima que se celebrará en Glasgow del 31 de octubre al 12 de noviembre.
La secretaria ejecutiva de la Comisión, Armida Salsiah Alisjahbana, destacó que en medio de la pandemia del coronavirus los países tienen que lidiar además “con los impactos cada vez más dañinos del cambio climático y alertó sobre las dificultades para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030.
«Menos del 10% de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible están encaminadas para alcanzarse en el año 2030. Las tendencias de retroceso más alarmantes son en la acción por el clima, el Objetivo número 13, y la vida submarina, el número 14: ambas están relacionadas con la resiliencia ante los desastres», señaló.
Mensajes principales del informe
Temperaturas:
Asia registró su año más cálido en 2020, con una temperatura promedio de 1,39 °C por encima de la media registrada entre 1981 y 2010. Entre las temperaturas extremas destacan los 38ºc registrados en la ciudad rusa de Verkhoyansk, la temperatura provisional más alta conocida al norte del Círculo Polar Ártico.
Precipitaciones:
Los monzones de verano de Asia oriental y meridional se mostraron inusualmente activos, lo que, unido a los frecuentes ciclones tropicales, provocó inundaciones y corrimientos de tierra que causaron pérdidas de vidas y desplazamientos en muchos países.Temperatura del mar:
Las temperaturas medias de la superficie del mar alcanzaron valores récord en el océano Índico, el océano Pacífico y el océano Ártico durante 2020.
El calentamiento de los océanos en Asia y sus alrededores aumenta por encima de la media mundial y, en el caso, del mar Arábigo a un ritmo tres veces superior.
Las temperaturas de la superficie del mar en algunas partes del océano Ártico también se han calentado al triple de la media mundial durante el periodo 1982-2020. El mar de Barents, situado en el norte del océano Ártico, se considera un foco de cambio climático cuya pérdida de hielo marino provoca a su vez un mayor calentamiento del océano.
Nivel del mar:
La media mundial del nivel del mar ha subido a un ritmo de 3,3 mm al año desde principios de la década de 1990. El Océano Índico Norte y el Océano Pacífico Noroeste están experimentando un crecimiento significativamente mayor que el promedio global.Retroceso de los glaciares:
Los sistemas montañosos más altos de Asia albergan a cerca de 100.000 km2 de glaciares concentrados en la meseta tibetana y el Himalaya. Poseen los mayores volúmenes de hielo sin contar las regiones polares y constituyen el origen de diez importantes ríos asiáticos.
El retroceso de los glaciares se está acelerando y se proyecta que para 2050 la masa de los glaciares disminuirá entre un 20% y un 40% afectando a las vidas y a los medios de subsistencia de unos 750 millones de personas en la región.
Esta situación provoca importantes consecuencias sobre el nivel global del mar y peligros a nivel local como deslizamientos de tierra y avalanchas.
Por ejemplo, el agua que proviene del deshielo ha sido históricamente esencial para mantener el suministro de ese elemento en tiempos de sequía en Afganistán. Su proyectada reducción tiene importantes implicaciones para la seguridad hídrica, así como para los ecosistemas.Repercusiones de las condiciones meteorológicas extremas:
Las inundaciones y las tormentas afectaron a unos 50 millones de personas en Asia y causaron más de 5000 muertes durante 2020. Esta cifra es inferior a la media anual de las dos últimas décadas (con 158 millones de personas afectadas y unas 15.500 víctimas mortales) y representa una prueba fehaciente del éxito de los sistemas de alerta temprana en muchos países de Asia.
Según la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico, las pérdidas medias anuales provocadas por los ciclones tropicales, las inundaciones y las sequías fueron de cientos de miles de millones de dólares. En china se calcula que los daños por esos fenómenos atmosféricos ascendieron a unos 238.000 millones de dólares, 87.000 millones en la India y 83.000 millones en Japón.
Desplazamientos:
Los intensos ciclones, las lluvias monzónicas y las inundaciones afectaron a zonas muy expuestas y densamente pobladas del sur y del este de Asia y provocaron el desplazamiento de millones de personas en China, Bangladesh, India, Japón, Pakistán, Nepal y Vietnam.
El ciclón Amphan, uno de los más fuertes jamás registrados, golpeó la región de Sundarbans en mayo de 2020, desplazando a 2,4 millones de personas en India y a 2,5 millones en Bangladesh.Agricultura y seguridad alimentaria:
Se calcula que en 2020 habrá 48,8 millones de personas subalimentadas en el Sudeste Asiático, 305,7 millones en el Sur de Asia y 42,3 millones en el Oeste de Asia. Asia representa más de la mitad del total mundial.
Los avances en materia de seguridad alimentaria y nutrición se han ralentizado y los verdaderos impactos de la COVID-19 sobre seguridad alimentaria y nutrición aún no se han establecido.
Sin embargo, la comparación de datos entre 2019 y 2020 indica que el número de personas desnutridas creció un 6% en el Sudeste Asiático y Asia Occidental y un 20% en Asia Meridional.
Medio ambiente:
El retroceso de los glaciares y la disminución de los recursos de agua dulce tendrán importantes repercusiones en el futuro de la seguridad hídrica y los ecosistemas asiáticos, y el declive de los arrecifes de coral afectará negativamente a la seguridad alimentaria.
Los manglares proporcionan protección costera, pero están bajo la presión de las actividades humanas, el aumento del nivel del mar y la temperatura del agua, así como por el cambio en la frecuencia e intensidad de las precipitaciones y los patrones de las tormentas.
Hasta el año 2019 aproximadamente tres cuartas partes de los manglares de Asia se encontraban en Bangladesh (24%), Myanmar (19%), India (17%) y Tailandia (14%). Los manglares de Bangladesh, un estado de baja altitud expuesto a las tormentas tropicales, disminuyeron un 19% entre 1992 y 2019.
Por su parte, los bosques absorben el dióxido de carbono y son un importante “sumidero” de carbono. Entre 1990 y 2018, Bután, China, India y Vietnam aumentaron su superficie forestal, pero ésta disminuyó en la Myanmar (26%), Camboya (24%) y la República Popular Democrática de Corea (12%).
Al mismo tiempo, aumentan la frecuencia y la intensidad de las tormentas de polvo debido a los cambios en el uso y la cobertura del suelo y a factores relacionados con el clima, especialmente en regiones como la Península Arábiga y Oriente Medio, así como en Asia Central.
Desarrollo sostenible:
Aunque Asia está actualmente bien preparada para responder a los fenómenos meteorológicos extremos y se encuentra entre las regiones con mayor capacidad en materia de sistemas de alerta temprana, los costes de los episodios extremos están aumentando, debido en parte a la creciente vulnerabilidad
Una gran parte de las infraestructuras esenciales se encuentran en zonas de riesgo que pueden verse afectadas por múltiples peligros, lo que puede provocar una importante interrupción de la actividad económica cuando se producen catástrofes naturales.
Por ejemplo, en Asia-Pacífico alrededor de un tercio de las centrales eléctricas, las redes de cableado de fibra óptica y los aeropuertos, y el 42% de las infraestructuras viarias, se encuentran en zonas de múltiples riesgos.
El estudio prevé que el aumento del calor y la humedad provoque una pérdida efectiva de horas de trabajo al aire libre, con un coste potencial de muchos miles de millones de dólares.
En la mayoría de sus subregiones, Asia ha retrocedido en distintos grados en el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 13 dedicado a la Acción por el Clima. Es probable que la región no alcance las metas a menos que se aceleren los esfuerzos para aumentar la resiliencia.
Para conseguirlo, se considera “esencial” la adaptación y la creación de resiliencia, especialmente en las zonas de alto riesgo y baja capacidad de la región. Esta tarea requiere una mejor comprensión de los riesgos, la inversión en energías renovables y tecnologías de vanguardia, en salud, en medio ambiente y protección social, y garantizar un gasto fiscal específico y con visión de futuro.
Las mejoras de recuperación tras la COVID-19 pasan por aumentar las estrategias de cooperación regional y subregional incluyendo a las catástrofes, entre ellas las relacionadas con el clima, y las estrategias de salud asociadas que complementen los esfuerzos nacionales de aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.