Dos figuras eminentes de la ciencia impulsaron el desarrollo científico de Costa Rica en la década de 1940. Uno fue el connotado Dr. Clodomiro Picado Twight, ampliamente conocido por sus aportes contra el envenenamiento ocasionado por mordeduras de serpientes.
El otro fue su gran discípulo: el Dr. Alfonso Trejos Willis, quien proporcionó aportes inigualables a la salud pública del país. Por eso, este viernes 15 de octubre de 2021, la Universidad de Costa Rica (UCR) lo recuerda y lo honra. Las razones sobran.
El Dr. Trejos Willis fue un catedrático ejemplar de la UCR, de fuertes convicciones y arraigados principios.
A temprana edad, después de finalizar sus estudios en el Liceo de Costa Rica en 1939, Alfonso ya sabía que su camino estaba en la ciencia. Pero sin dinero para continuar sus estudios superiores, decide dedicarse a vender máquinas de escribir por un salario de 400 colones.
Poco tiempo después, con ayuda de un familiar, Alfonso logra integrarse al Laboratorio Clínico del Hospital San Juan de Dios que en ese momento dirigía el Dr. Clodomiro Picado Twight. Esta vez su sueldo sería de 100 colones.
“Curiosamente, el Dr. Picado se opuso en un principio a ese nombramiento. Sin embargo, cuando Clorito se dio cuenta que Alfonso había dejado de percibir un salario superior por ingresar al Laboratorio, cambió de actitud y se inició una entrañable amistad entre ambos a través de la ciencia y la lealtad”, se comenta en el libro “Memoria histórica del Laboratorio Clínico”, del Lic. Carlos Eduardo González Pacheco.
La afinidad entre ambos fue indiscutible y Alfonso, de la mano del Dr. Picado, inició una carrera que enalteció a todo un país e impulsó el desarrollo de una ciencia pujante en Costa Rica. Por eso no es de extrañar que aún hoy él sea recordado por algunas personas como “el gran maestro”, al haber enseñado a numerosas mentes jóvenes de la época que se iniciaban en el campo de la microbiología.
Uno de los primeros aportes del Dr. Trejos estuvo en el libro “Biología Hematológica Elemental Comparada”, el primer libro académico publicado por la UCR en 1942 y en el cual fue coautor. La importancia de este libro radicó en que abordaba rincones poco explorados sobre la sangre humana. Entre ellos estaban sus componentes, muerte y vida de los glóbulos, parásitos de la sangre, entre otros aspectos.
“Específicamente sobre el libro en cuestión, su importancia estribó en que no existía en Costa Rica y muchos otros países algo parecido, debido a que los conocimientos en hematología desde un punto de vista comparativo apenas empezaban a madurar”, amplía el libro “Memoria histórica del Laboratorio Clínico”.
El Dr. Trejos revolucionó los exámenes de sangre que se aplicaban en el país. Además, realizó importantes investigaciones en hongos de importancia clínica como el Blastomyces dermatitidis. Este hongo, que se encuentra en la madera en estado de descomposición y en el suelo, produce la enfermedad de blastomicosis (infección fuerte en los pulmones).
De igual forma, Alfonso dirigió varias investigaciones de sus estudiantes. Entre todas ellas figura el joven Dr. Ricardo Rosabal, que indagó sobre flebótomos en Costa Rica (un insecto similar a un zancudo), para conocer más sobre la leishmaniosis, una enfermedad parasitaria que aquejaba a la población.
También, Alfonso fue tutor del Dr. Rodrigo Zeledón en un estudio relacionado con la enfermedad de Chagas. Aquí se encontró que, de un total de 618 insectos analizados, un 31% de ellos estaban infectados. En ese mismo estudio se supo que el perro doméstico era otro de los principales hospederos del parásito que causaba la enfermedad.
Del Dr. Trejos, “tenemos consignadas más de cien publicaciones científicas, en diferentes revistas de reconocido prestigio; toda una actividad febril, reflejo del deber y la razón, constituida por ensayos, opiniones periodísticas, programas radiofónicos, asistencia a congresos, consultorías, fundación de revistas especializadas -entre otros-. Este espíritu se denota en toda su obra”, comentó el Dr. José Miguel Esquivel Chinchilla en la memoria a don Alfonso que publicó en la Revista de Biología Tropical en 1988, el año que fallece el Dr. Trejos.