Jack D. Torres Leandro, Académico
Hoy en día abundan los templos de los egosistemas, muchos escudándose en sus grupos de trabajo; no obstante, la observación nos indica que detrás de la máscara de turno de las personas, existen agendas personales.
En mi limitado conocimiento, para lograr establecer nuevos contratos sociales, se torna imperativo hablar sobre la prudencia como un arte necesario para gobernar; siendo éste reconocido como la forma de decidir bien, relevante al momento de liderar.
Buen ejemplo de ello, cualquier tipo de gobierno, dirección de empresas o a modo individual, trae consigo inevitablemente la toma de decisiones oportuna; partiendo de elementos tales como: la experiencia (previendo lo que eventualmente pueda suceder), realizando procesos de investigación, estudiando cada aspecto con serenidad, decidiendo a tiempo y en consecuencia llevarlas a la práctica.
Ahora bien, muchas de ellas, se toman desde el despacho, ¿cuál es su significado? De manera puntual, debiera entenderse como el lugar dónde surgen las soluciones ante los retos que diariamente se presentan; teniendo en mente lo mejor es lo enemigo de lo bueno. Al momento de lograr esbozar una solución suficiente buena, debiera dársele curso para no caer en un desenfoque de prioridades ,sobre los aspectos, que deben atenderse con prontitud.
Así las cosas, imperativo tener presente la necesidad de llevar dichas soluciones a la práctica, siendo su símil la ejecución; por ello, las decisiones deben materializarse en tiempo y forma denotando la capacidad de ser ejecutivo, convirtiendo en realidad proyectos y alcanzando los resultados esperados
Consecuentemente, es requerida la suficiente energía para hacer frente a los obstáculos, sumado a la capacidad de previsión, en virtud, toda dirección lleva implícita la conducción. De igual manera, se puede extrapolar a la dinámica organizacional y social, las personas que deseen llevar nuevas ideas a la práctica deben pasar por un proceso de convencimiento; sorteando los obstáculos y ajustes necesarios en la marcha del proceso.
Así por ejemplo, cuando se conduce un vehículo, se necesita tener presente el tiempo del recorrido, ya que ninguna trayectoria puede imponerse de un solo golpe; hay que tener la capacidad de ser resiliente, evitando los movimientos bruscos; específicamente los volantazos. En síntesis, es fundamental pensar con claridad el destino, y avanzar paulatinamente por el camino.
Por su parte, en esta nueva era se observa una realidad constante de cualquier tipo de Gobierno u organización, en esta nueva era es la posposición de la resolución de problemas y en su defecto la forma de organizar mejor a las personas según corresponda. Este punto es medular, para el logro de nuevos contratos sociales, requiere un conocimiento profundo de las capacidades de las personas y su eventual evolución en el tiempo.
Llegado a este punto, necesaria una distinción las cosas se administran, pero las personas se gobiernan, a partir de lo que son: seres humanos con dignidad, justicia y corazón. Al liderar a las personas es fundamental no perder de vista tres aspectos: a) tratar a todos con respeto, b) impulsarles a trascender considerando su capacidad de trascender y c) tener presente, para hacer algo bien es necesario ganarse el corazón de las personas a partir de una concordancia con hechos y actos.
Para concluir, cuando se forjan comunidades conectadas entre sí, las ideas que logren consenso pueden organizar asuntos que beneficien mutuamente a sus integrantes. Aunque en muchas ocasiones, todos quieran tener la razón, tan pronto como las personas establecen las reglas adecuadas, se pueden cultivar pensamientos racionales situándonos en una posición de suma positiva: nadie puede perjudicar al otro.