El cerebro no es el órgano más grande del cuerpo: pesa alrededor de 1.5 kilogramos, mientras que el hígado pesa casi 2 kg. Pero aún así ambos se quedan cortos respecto a la piel: el órgano más extendido de nuestro cuerpo: la piel, que llega a pesar en total 5 kg.
Pero, por las funciones que realiza, la importancia del cerebro es indudable: dirige las funciones autónomas del sistema nervioso central.
Además en el cerebro residen nuestras memorias, nuestro aprendizaje, incluso nuestras emociones.
Desde hace poco más de un siglo, las neurociencias nos han ayudado a entender su funcionamiento y procesos, pero aunque todavía queda mucho por descubrir, también existen muchos mitos que rodean al cerebro.
Solo usamos el 10% del cerebro
Este es uno de los mitos sobre el cerebro que está más extendido, al que además le ha ayudado la cultura popular, pues se repite en películas, libros, series de televisión.
Tal vez la idea ha permanecido, porque puede parecer atractivo pensar que seríamos capaces de muchas más cosas si “usáramos más” el cerebro.
En realidad prácticamente todo el tiempo usamos la mayor parte de nuestro cerebro: solo que tal vez no todo al mismo tiempo.
Los estudios de imagen muestran las áreas del cerebro que se activan cuando realizamos actividades como hablar, caminar, recordar. Y aunque tal vez no funcionan todas al mismo tiempo, sin duda usamos buena parte del cerebro en todas nuestras actividades diarias.
Además, desde el punto de vista evolutivo no tendría sentido tener un órgano tan grande y con tanto gasto energético, del que solo usáramos una parte.
Quizá lo que suceda no es que tengamos que usarlo más, sino mejor.
Es como una computadora
Es común comparar al cerebro con una computadora: se habla de su capacidad de almacenamiento, su velocidad para hacer operaciones. Además de que se piensa en las conexiones neuronales como circuitos eléctricos.
Sin embargo, el cerebro es mucho más que una máquina, y mucho más que la suma simple de sus partes.
Por ejemplo, las memorias no están grabadas de forma permanente, lo que hace que su capacidad de almacenamiento sea flexible. Eso no pasa con un disco duro de una computadora.
Además, las conexiones neuronales no son fijas, como si se tratara de circuitos eléctricos.
Así que cuando hablamos de computadoras y cerebros, más que una comparación, es una metáfora.
Los daños en el cerebro son permanentes
Si pensamos en el cerebro de una forma más rígida, justamente como si se tratara de una computadora, podemos llegar a esta conclusión: cuando se daña, es difícil que siga funcionando correctamente. Pero afortunadamente las cosas no son así.
Sin duda hay partes del cerebro que se especializan en ciertas funciones: la vista, el habla, el aprendizaje. Pero también es cierto que si alguna de esas áreas se daña, el sistema nervioso encuentra caminos alternativos para desempeñarse.
A esta capacidad de adaptación se le llama neuroplasticidad.
Cuando somos adultos no se forman nuevas neuronas
Otro mito muy arraigado, es que una vez que crecemos nuestro cerebro pierde la capacidad de neurogénesis: la generación de nuevas neuronas.
Hasta hace poco, se pensaba que las neuronas que íbamos perdiendo en la edad adulta, eran una pérdida definitiva.
Ahora que sabes la realidad detrás de estos mitos comunes sobre este importante órgano del cuerpo, también puedes reflexionar un poco más sobre esto: algunas de las cosas que nuestro propio cerebro cree sobre sí mismo, no son ciertas.