El protector solar se ha convertido en un producto cosmético que no solo se considera necesario cuando vamos a la playa o tomamos el sol.
Desde hace tiempo conocemos que la exposición cotidiana a la luz solar puede tener un efecto dañino en nuestra piel: desde manchas, hasta la posibilidad de tener cáncer en la piel.
Por esta razón es importante proteger nuestra piel de la radiación solar: una forma es con la ropa, otra es usando cremas que contengan un factor de protección solar.
Pero podríamos preguntarnos cómo es que un producto que nos ponemos sobre la piel, puede detener a la radiación dañina a la que nos exponemos todos los días.
Más que luz
Diariamente estamos expuestos a la luz del sol, y quizá por eso nos parece algo completamente común, y tal vez algo muy poco dañino o peligroso.
Quizá si alguna vez nos hemos asoleado de más: en la playa, en un día de campo, en una caminata, es entonces cuando notamos que esta luz no es totalmente inocente.
Una exposición excesiva a la luz del Sol puede causarnos desde enrojecimiento en la piel, hasta ampollas dolorosas. Y aunque no es algo que tengamos en nuestro radar todos los días, puede también aumentar nuestro riesgo de tener cáncer en la piel.
Esto es porque no toda la radiación que viene del sol la percibimos con nuestros sentidos: la parte visible, la que nos permite ver es lo que nos parece más evidente.
Y aunque quizá no pensemos mucho en ella, también tenemos idea de que esa radiación tiene una parte térmica: el calor que percibimos del Sol tiene que ver con la radiación infrarroja.
Pero aunque asociemos calor con quemaduras, en realidad la parte de la radiación del Sol que nos causa daños en la piel es una que no vemos, ni sentimos: la luz ultravioleta o luz UV.
Protección natural
La luz UV es una parte del espectro electromagnético que tiene mayor energía que la luz infrarroja o la luz visible, eso porque sus ondas son muy pequeñitas.
Por sus características, la luz UV tiene la capacidad de interactuar con nuestras células y por lo tanto pueden causarles un daño.
Afortunadamente la capa de ozono filtra la mayor parte de la luz UV que viene del Sol: el total de la luz UVC, que es la de mayor energía y el 90% de la UVB.
Y de cualquier forma sigue pasando la luz UVA, que tiene menor energía, pero puede tener un efecto en las células de la piel.
Esto, sumado al deterioro que ha sufrido la capa de ozono, hace que sea muy importante que no nos confiemos y usemos protector solar, de forma cotidiana.
¿Cómo funciona el protector solar?
Pensemos primero en cómo la ropa es una barrera física que puede reflejar y absorber parte de la energía de la luz solar, por esa razón también funciona como protección.
En su formulación, un protector solar tiene componentes que detienen la radiación solar con barreras físicas, pero también químicas.
Quizá han notado que al aplicar el protector solar en la piel deja un color blanco sobre ella: eso se debe a los óxidos de titanio y zinc que tienen ese color. Las partículas de esos ingredientes reflejan la luz solar, de forma similar a lo que hace la ropa.
Pero también tienen barreras químicas: moléculas complejas que en sus enlaces absorben la energía de la luz UV “amortiguando” su paso a la piel y evitando que la dañen.
Ahora que lo saben, decidan usar de forma cotidiana el protector solar, sin importar si es verano o invierno, si salieron de vacaciones o no. Cuiden su piel.