El domingo 11 de julio de 2021 es una fecha marcada en rojo para todos los amantes del fútbol. Retrasada por la pandemia, la Eurocopa 2020 celebrará su final casi un año después. Y para tan especial evento no hay mejor escenario que el estadio londinense de Wembley, conocido como la “Catedral del Fútbol”.
¿Qué hace tan especial a Wembley?
Construido en 1923, el estadio fue bautizado como “Estadio del Imperio”. Se convirtió en icono y referente de la ciudad londinense hasta el año 1966, cuando se completaron las principales remodelaciones con objeto de la Copa Mundial de la FIFA.
Compartiendo protagonismo con el Big Ben, el palacio de Buckingham o el Puente de Londres, Wembley ha crecido con la ciudad de Londres, dotado de esa magia que los grandes lugares albergan.
Años más tarde, en 2007, se llevaron a cabo las obras de demolición y construcción del actual estadio. Ubicado parcialmente en el mismo lugar que su predecesor, la sede de la final de la Euro 2020 sigue teniendo la misma majestuosidad.
Es un escenario totalmente reconocible desde su exterior y es visible a varios kilómetros de distancia. Su imponente arco estructural de 133 metros de altura permite reconocer el estadio en el skyline de la ciudad.
Más que un estadio, un icono
Su apelativo como “Templo del fútbol” proviene de las torres de acceso de su fachada original. Construidas en 1924 como parte temporal de la Exposición Universal, estas torres gemelas se convirtieron en icono de la ciudad y del imperio, por su monumentalidad y escala.
Este carácter icónico convirtió al estadio de Wembley en un lugar de referencia durante décadas. El barrio que lo acoge, de igual nombre, creció en paralelo al estadio, y se convirtió en el epicentro del crecimiento de esta zona residencial.
La remodelación y ampliación el estadio fue llevada a cabo por el arqutiecto Norman Foster. Consciente de la importancia del reto, el concepto del estadio residía en no perder su monumentalidad, su estatus como icono en la ciudad.
Como imagen del imperio y estadio nacional, debía ser coherente con la historia de Reino Unido. De esta fusión de conceptos, Foster desarrollo la idea de un estadio-escultura. Una imagen de referencia, tanto de día como de noche.
Y convirtió el impresionante arco en una gran tiara. Una corona ejemplar, referencial y reconocible tanto de día como de noche por medio de la iluminación cambiante del arco.
Precursor de estadios ‘convertibles’
Los estadios modernos están pensados para el espectáculo. Ya no acogen exclusivamente eventos deportivos. Han pasado a tener una capacidad camaleónica para transformar un mismo edificio en decenas de versiones diferentes.
El equilibrio entre el continente (estadio) y el contenido (uso) obliga a pensar edificios tecnológicamente punteros, adaptables, y pensados para todo lo que se pueda imaginar. Pero este planteamiento tiene varias décadas de desarrollo.
Live Aid y Queen
En 1985, un hito histórico transformó Wembley en uno de los mayores escenarios a nivel mundial. Retransmitido a nivel mundial por TV, acogió uno de los primeros conciertos simultáneos de la historia, hermanado con el John F. Kennedy Stadium de Filadelfia (EE. UU.), en el evento Live Aid, que a la postre se convertiría en el “Primer Día Mundial del Rock”.
Como uno de los precursores de las retransmisiones sincronizadas en directo, el estadio de Wembley pasó de ser monumental por fuera a ser un escenario memorable por lo que ocurría en su interior.
Aquel veraniego 13 de julio, 79 000 personas colapsaban las gradas y el campo de juego de Wembley, creando una escena que pasaría a la historia por la memorable actuación de la banda británica Queen.
Freddie Mercury transformó el abarrotado estadio con su actuación en directo, convirtiendo al público en un vocalista más de la banda, cantando a una sola voz.